lunes, 2 de abril de 2018

Carta A Couce Pereiro


En respuesta a su artículo publicado en La Voz de Galicia.

Cuando los militantes políticos se hacen la guerra entre ellos no hay testimonio. Todo lo que sea hacer comentarios en público sobre los problemas del partido sólo genera incertidumbre.
Visto lo visto muchos ciudadanos a la hora de votar dirán: Que se pongan de acuerdo y luego veremos… es casi habitual que en todos los partidos políticos  haya egoísmo, celos, envidias, divisiones, y esto lleva a hablar mal unos de otros. Estas personas se llaman ‘cizañeras’: siembran cizaña, dividen. Y allí las divisiones empiezan con la lengua. Por envidia, celos y también cerrazón. Hablar mal es así: manchar al otro. ¡El que habla mal, ensucia! ¡Destruye! Destruye la fama, destruye la vida y muchas veces  – ¡muchas veces!-  sin motivo, contra la verdad. San Felipe Neri  a una mujer que había hablado mal, como penitencia, le dice que desplume una gallina, que esparza las plumas por el barrio y que luego vaya a recogerlas. “¡No es posible!” – exclama la mujer-. Así es hablar mal públicamente de los que deberían ser compañeros de partido. Y no hace falta ir al psicólogo para saber que cuando uno denigra al otro es porque él mismo no puede crecer y necesita humillar al otro para sentirse alguien.
Recordemos las Palabras de nuestro fundador: “Sois socialistas no para amar en silencio vuestras ideas, ni para recrearos con su grandeza y con espíritu de justicia que les anima, sino para difundirlas, para llevarlas a todas partes, para hacer que penetren en los cerebros de los muchos asalariados que todavía no las profesan”. Y sobre la propaganda del partido Continua diciendo: “El progreso de las ideas depende mucho de las condiciones sociales, pero también de saber propagarlas y de la forma en que la propaganda se haga”
"Los trapos sucios se lavan en casa" era una consigna de nuestros abuelos que no pocos siguen considerando un principio indiscutible. Pero los tiempos han cambiado: el acceso irrestricto a la opinión pública que una inmensa mayoría tiene ahora gracias a la tecnología deja un poco en ridículo esa pretensión ancestral. Vivimos sumergidos en un ámbito público que tiene las características propias de un reality show. Si como usted afirma se ha hecho trampa en la asamblea, hay unas palabras de Jesús en los Evangelios que pueden servir hasta para quienes no tienen fe: "No hay nada oculto que no haya de ser manifiesto, ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz". Si atendemos a esta sabiduría, ¿seremos capaces de pensar que los trapos sucios solo se lavan en casa? Máxime si tenemos en cuenta que cualquier organización tiene una responsabilidad por el comportamiento público de sus integrantes porque su conducta construye o deteriora el ámbito social en el que participan.
José Carlos Enríquez Díaz

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