lunes, 15 de enero de 2018

Semana de oración por la unidad de los cristianos




En primer lugar, hay que aclarar, que el movimiento conocido como “Ecumenismo”, tal como lo conocemos hoy, tiene sus orígenes en el mismo protestantismo del siglo XX. Luego, la Iglesia Católica iría asumiendo su rol en este sentido, propiciando encuentros y acciones tendentes en busca de unificar elementos comunes y posibles vías para la unidad entre toda la cristiandad.

El Movimiento Ecuménico comenzó de modo oficial con el Congreso Misionero de Edimburgo, Escocia, en el año 1910.
Ecumenismo es un movimiento o tendencia dentro del cristianismo que aspira a la unidad de las iglesias, con el fin de superar las divisiones. Del latín oecumenicus o “tierra habitada”, el término se utilizaba en el imperio romano para referirse a los territorios dominados por Roma donde los cristianos tenían sede, expresando al mundo como una totalidad que superaba los límites geográficos, en referencia a las tierras conquistadas.
Si  comprometemos la doctrina respecto a las creencias fundamentales de la fe cristiana, si no  deshonramos o ignoramos el evangelio, si los creyentes podemos mantener un claro testimonio ante el mundo, y si Dios es glorificado, entonces podemos de manera libre y gozosa, unirnos con otros creyentes en la búsqueda del reino de Dios.
De ahí que el diálogo ecuménico sea todo lo contrario de una renuncia de la propia identidad en aras de una mezcolanza ecuménica.
El don del ecumenismo ha de consistir en descubrir que no somos extraños ni rivales unos para otros, sino hermanos y hermanas en Cristo. Nunca podremos estar suficientemente agradecidos a Dios por este regalo. No debemos dejar que la alegría de este regalo de Dios se vea empañada por el hecho de que afloren diferencias y problemas. La unidad de los cristianos es un encargo de Jesucristo, quien oró para que todos fuéramos uno  (Juan 17,21).
El ecumenismo acontece dándose testimonio de la propia riqueza, para aprender así unos de otros. Todavía nos conocemos demasiado poco y por eso nos amamos demasiado poco.
Así también el dialogo ecuménico sirve en sentido análogo a lo que Pablo dice: “Cuando os reunáis que cada uno aporte algo” (1 Cor 14,26)
Los católicos pueden aprender de los hermanos evangélicos sobre la importancia de la Palabra de Dios, La lectura y la exégesis de la Sagrada Escritura; los evangélicos, por su parte, pueden aprender de los católicos la importancia de los símbolos y celebraciones litúrgicas.
Seamos una bendición unos para los otros.