domingo, 7 de diciembre de 2014

Los miedos de Huxley y Orwell se hacen realidad

 
 
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha expresado su rechazo frontal a "la suerte de 'gran hermano'" que el Gobierno quiere poner en marcha autorizando la intervención de las comunicaciones de todo tipo en la investigación de delitos de especial gravedad sin permiso previo del juez.
 
El anteproyecto de la Ley de Enjuiciamiento Criminal aprobado este viernes por el Gobierno prevé que por razones de urgencia, se puedan intervenir comunicaciones de todo tipo en la investigación de delitos de especial gravedad, sin autorización previa de la autoridad judicial, como es necesario en la actualidad.
 
El ministro del Interior o el secretario de Estado de Seguridad podrán acordar la intervención de las comunicaciones "en casos de urgencia" sin necesidad de contar con la autorización previa de un juez, según establece la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (LEcrim) aprobada por el Consejo de Ministros.
La nueva norma establecerá que ambos altos cargos del Ministerio podrán ordenar que se practiquen escuchas, que deberán comunicar en 24 horas desde su inicio al magistrado. Éste contará con un plazo de 72 horas para revocar o confirmar la actuación.
 
La nueva norma ampliará la interceptación de comunicaciones -que afectará a WhatsApp, SMS, escuchas ambientales y escuchas en domicilios- con la autorización judicial en la que deberán valorarse principios de especialidad, excepcionalidad, idoneidad y proporcionalidad. Esta intervención de comunicación tendrá un plazo máximo de dos años.
 
“Si quieres hacerte una idea de cómo será el futuro, imagina una bota aplastando un rostro humano incesantemente.”
1984, la novela más perturbadora de Orwell y Un mundo feliz de Huxley. Dos obras escritas en la primera mitad del siglo XX que se aventuraban en la siempre difícil tarea de descubrir los caminos hacia los que la humanidad estaba encaminando sus pasos. Dos visiones basadas en la tumultuosa realidad de aquellos años en las que los autores imaginaban sus propios futuros y expresaban sus mayores miedos
 
Orwell temía que un gran hermano, un ojo vigilante controlara toda la información. Un estado policial que nos privara de la verdad. El miedo de Huxley era que la información nos sobrepasara, que la confusión no dejara diferenciar verdades y mentiras.
 
Orwell temía un mundo vigilado. Su gran hermano atento a todas horas, descubriendo todos nuestros secretos, observando todos nuestros pasos. Como Saurón desde su atalaya de Barad dûr, escrutando todas nuestras acciones y movimientos.
 
Para Huxley nunca fue necesario el gran ojo. Nosotros mismos proporcionaríamos voluntariamente toda la información que el control superior necesitase… y lo haríamos encantados, inmersos en una sosa cultura de lo público.
 
Orwell temía un mundo violento, torturado y castigado. Huxley imaginó un mundo anestesiado y dormido. Dos ideas de control y apaciguamiento social que conseguían los mismos objetivos.
En 1984 se controlaba a la gente infligiendo dolor. Suprimiendo sensaciones y emociones. Vigilando y censurando. En un mundo feliz, el control llegaba inyectando una falsa sensación de plenitud, un mundo engordado a base de amenas y reconfortantes sensaciones, un mundo satisfecho.
 
Hoy estamos viviendo el futuro de los dos escritores y no tengo muy claro cuál de los dos se acercó más a la realidad actual. Quizá una mezcla de ambos, elementos escogidos de las dos novelas… es extraño el mundo en que vivimos, unión de las lineas de Orwell y Huxley
 
CARTA DE HUXLEY A ORWEL
 
Octubre 21, 1949
Estimado Sr. Orwell:
Fue muy amable de su parte pedirle a su editorial que me enviaran una copia de su libro. Llegó cuando estaba a la mitad de una obra maestra que requiere mucha lectura y consulta de referencias y, puesto que la debilidad visual me obliga a racionar mi lectura, tuve que esperar un buen tiempo antes de poder embarcarme en 1984.
 
Coincidiendo con todos los críticos que han escrito sobre esto no necesito decirle, una vez más, cuán bueno y profundamente importante es el libro. ¿Puedo, en cambio, hablar sobre el asunto de que trata el libro: la revolución definitiva? El último dejo de filosofía de una revolución definitiva—la revolución que trasciende la política y la economía y que busca una subversión total de la psicología y la fisiología del individuo— se encuentra en el Marqués de Sade, que se consideraba a sí mismo heredero y culmen de Robespierre y Babeuf. La filosofía de la minoría dominante en 1984 es un sadismo llevado a sus conclusiones lógicas más allá del sexo y la negación del sexo. Incluso si en la realidad parece dudoso que la política de “la bota en la cara” pueda mantenerse indefinidamente. Mi opinión es que la oligarquía dominante encontrará formas menos arduas y derrochadoras de gobernar y satisfacer su sed de poder y que estas maneras se asemejarán a aquellas que describí en Un mundo feliz. Recientemente tuve la oportunidad de revisar la historia del magnetismo animal y del hipnotismo y quedé muy impresionado por la forma en que, durante siglo y medio, el mundo se rehusó a tomar en serio los descubrimientos de Mesmer, Braid, Esdaile y otros.
 
En parte por el materialismo y en parte por la respetabilidad prevalecientes, los filósofos y los científicos del siglo XIX no estaban dispuestos a investigar los hechos más extraños de la psicología de hombres prácticos como políticos, soldados y policías, para aplicarlos luego en el ámbito gubernamental. Gracias a la ignorancia supina de nuestros padres, el advenimiento de la revolución final se ha retrasado por cinco o seis generaciones. Otro accidente afortunado fue la impericia de
 
Freud para hipnotizar y el consecuente desprestigio del hipnotismo. Esto retrasó la aplicación general del hipnotismo en la psiquiatría por al menos cuarenta años. Pero ahora el psicoanálisis se combina con la hipnosis y la hipnosis se ha vuelto fácil e indefinidamente desplegable gracias al uso de barbitúricos, que inducen un estado hipnótico y de sugestión incluso en los sujetos más recalcitrantes.
Pienso que en la próxima generación los amos del mundo descubrirán que el condicionamiento infantil y la narco-hipnosis son más eficientes, como instrumentos de gobierno, que los toletes y las cárceles, y que el anhelo de poder puede satisfacerse tan justa y completamente lo mismo sugiriendo a la gente que ame su servidumbre como flagelándolos y golpeándolos hasta la obediencia. En otras palabras, siento que la pesadilla de 1984 está destinada a encajar en la pesadilla de un mundo mucho más parecido a lo que imaginé en Un mundo feliz. El cambio sobrevendrá como resultado de una sentida necesidad por incrementar la eficiencia. En el ínterin, claro, tal vez ocurra una guerra atómica y biológica de grandes proporciones —en cuyo caso deberíamos tener pesadillas de otro tipo y apenas imaginables.
Gracias otra vez por el libro.
Suyo sinceramente,
Aldous Huxley


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