martes, 8 de abril de 2014

La New Age busca la armonía en la diversidad



Los teólogos liberales de la New Age

¿Creen ustedes que se pueden salvar  los que no pertenecen a la Iglesia? Respecto de la Salvación, que implica estar en comunión con Dios, que pasa con nuestros hermanos de otras religiones, sectas y demás; como ser musulmanes, judíos, budistas, hinduistas, Testigos de Jehová, etc. Si no reconocen a Jesucristo como Dios, ¿podrán estar en comunión con El y compartir la vida eterna?

¡Toda la fe verdadera proviene de Cristo! Cuando habla de todas las riquezas de Dios en Cristo Jesús, debe incluir la fe. Somos salvos por la fe de Cristo. Pero la preciosa fe que debería haber sido cuidadosamente invertida, está siendo desperdiciada en trivialidades. Los héroes del capítulo once de Hebreos se apropiaron de su fe para conquistar reinos, tapar la boca a los leones, extinguir el poder del fuego, poner en fuga a los ejércitos del enemigo, ejecutar actos justos, recibir a sus muertos de regreso, y finalmente, para soportar torturas, vituperios, azotes, prisiones y cárceles.

San Pablo compara la relación matrimonial con la comunión esponsal que existe entre Cristo y la Iglesia (”El hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer y los dos formarán una sola carne. Este misterio es grande, me refiero a Cristo y a la Iglesia” Ef 5, 31-32). “El gran misterio es, pues, la unión de Cristo y de la Iglesia, descrita con los términos mismos con que Gén. 2, 24 describe la unión del hombre y la mujer. El misterio consiste en que Cristo y la Iglesia forman una unidad, como el marido y la mujer forman una carne, Este misterio estuvo escondido por siglos, pero ahora, después de la glorificación de Cristo, ha sido revelado a los profetas de la nueva alianza, y por esto Pablo puede fundar en esta unión matrimonial de Cristo y su Iglesia la moral de los casados” (La Sagrada Escritura - comentario por Profesores de la Compañía de Jesús, B.A.C., 1965).

La controversia central de esta guerra es la divinidad de Jesús. ¿Es este el Cristo, el unigénito del Padre, Dios encarnado, el Salvador del mundo? ¿O, era Jesús tan solo otro profeta que hacia el bien? ¿Era un hombre ordinario, no divino, no el Salvador resucitado quien se sienta con Dios en gloria?

El apóstol Pedro testificó de la exclusividad de Cristo. “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. (Hechos 4:12) Pedro absolutamente lo hace exclusivo; porque no hay otro nombre debajo del cielo dado a los hombres que provea salvación eterna. Jesús es solo el Mesías, el hijo divino de Dios y el no compartirá su gloria con otra entidad.
Así mismo, Pablo declara, “y cuál la supereminente grandeza de su poder con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cuál operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío y sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo, sino también en el venidero” (Efesios 1:19-21) Pablo entonces añade que Jesús es la cabeza exclusiva de todas las cosas. “y sometió todas las cosas bajo sus pies y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo.” (Efesios 1:22-23).

Pablo también señala que un día cada criatura reconocerá a Jesús como Señor exclusivamente: “Por lo cual Dios también le exalto hasta lo sumo y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre. (Filipenses 2:9-11).

Toda lengua en la creación testificara, no que Mahoma es señor, ni Alá, ni los millones de dioses hindúes, pero que Jesucristo es el único Cordero de Dios. Esta es la controversia central de esta guerra. Sin embargo, no se equivoque: la guerra presente no es por un nombre. Es por la divinidad de Jesús, el Señor resucitado.
Ahora mismo, la iglesia ecuménica apartada esta corriendo hacia los brazos de la estrategia de Satanás para una iglesia mundial. Eventualmente, esta iglesia unificada va a incluir a todas las religiones mayores del mundo: catolicismo, griega ortodoxa, islamismo, budismo, hinduismo y hasta el protestantismo. Y Satanás llevara a cabo un simple conformismo entre las religiones para traer esta unidad. ¿Qué los unirá? El nombre de Jesús.

Desde luego, que el Jesús que une a estos grupos será un Cristo diferente, de un evangelio diferente. Sin embargo, este mismo nombre causara que las denominaciones cristians se unan a otras religiones diciendo, “Podemos estar de acuerdo en una cosa: Jesús fue un maestro y profeta. Y él es un espíritu de bondad humana en todos nosotros. Todos podemos aceptarlos como un hombre santo.

 Señores teólogos progresistas, imaginense  al creador del universo siendo reducido a esto. Jesús no será ya aceptado como el Cristo, el Señor divino. La iglesia ecuménica negara la idea de su resurrección y su poder salvador. En cambio, lo usaran para unir a otros en la religión mundial de Satanás.
El hecho es, que el mundo completo abrazará a Jesús como que es solo un hombre. Satanás no tiene problema con eso. Él puede aceptar la admiración mundial y alabanza a un Jesús humano. Ciertamente, muchos escritores han exaltado las obras humanas de Jesús pero se han burlado de su divinidad. Muchas palabras bien adornadas han sido escritas sobre él por ministros agnósticos.

 Pablo nos advierte que no nos alejemos ni nos corrompamos de “la simplicidad que es en Cristo” (2 Corintios 11:3). La palabra griega para simplicidad en este verso quiere decir individualidad y exclusividad. En otras palabras, “Cristo no es una entidad compleja. La verdad sobre él es bien sencilla: Jesús es Dios. Él es divino, nacido de una virgen, crucificado y levantado de los muertos. Pero temo que ustedes están siendo corrompidos y alejados de esta sencilla y exclusiva verdad.” “Temo, que así como la serpiente engaño a Eva con su astucia, así también su mente puede estar extraviadas de esta sencillez (la exclusividad que es en Cristo)” (11:3)

Pablo advierte de ministros que predican a un Jesús diferente: “Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis (11:4). Pablo, en esencia, le estaba diciendo a los corintios, “Ustedes están escuchando a otro evangelio, no el evangelio de Cristo. Están escuchando sobre otro Jesús, no el que les salvo. Y me temo que usted se ha extraviado detrás de este Jesús, quien no es el Cristo verdadero.”

 Así como Jesús les pregunto a sus doce discípulos, él nos pregunta hoy: “¿Quién dicen los hombres que soy yo?” (Marcos 8:27) Los discípulos respondieron: “Juan el Bautista, pero algunos dicen Elías y otros alguno de los profetas.” (8:28) Pero la pregunta real de Jesús a sus seguidores vino luego: “Entonces, él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? (8:29)
Nuestra respuesta debe ser la misma que la de Pedro: “Tú eres el Cristo” (8:29) Que esta sea nuestra confesión delante del mundo, ahora y siempre.

¿Cuál es la revelación más grande de la fe, y cómo se la debe ejercer? Usted la puede encontrar en Hebreos: “Conforme a la fe murieron todos estos…y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra…Pero anhelaban una (patria) mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza

En el libro de Josué capítulo 2, se narra la historia de una mujer que era ramera… su nombre era Rahab. : cometió muchos pecados (v. 1): su oficio le acarreaba tales obligaciones.

Rahab una mujer con discernimiento: (Jos.2.4-9)
Ella discernió que los que estaban con ella no eran hombres que venían por ella, ellos tenían una misión específica y ella decidió acoplarse a ellos y POR LA FE los recibió en su casa (He.11.31).
Rahab una mujer  determinada: (Jos.2.9 y 2.11)
Ella dijo: “yo sé que Jehová os ha dado esta tierra…” ella reconoció el PODER DE DIOS  y CREIA en él, ella dijo:“porque Jehová vuestro Dios, es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra” fue UNA DECLARACION DE FE.

Rahab una mujer desenvuelta: (Jos.2.12-21)
Supo hacer un trato con ellos, se enfocó en su familia no solamente en ella y obtuvo el favor de Dios.

  Tuvo un gran privilegio (vv. 1–8): hospedó a los mensajeros de Dios y sin duda oyó de su boca las cosas que Dios había hecho con el pueblo de Israel (Mt. 10:40–42).
 Reconoció un gran peligro (vv. 10–11): se hallaba en una ciudad cuyos habitantes habían sido condenados por Dios y reconoció que el juicio se acercaba. Todos los pecadores deben reconocer que caerá sobre ellos en mayor o menor grado (Ro. 3:23).
 Hizo una gran petición (vs. 12–13): pidió la salvación no sólo para ella, sino para toda su familia. Es lo que todos los seres humanos necesitan (Ro. 10:12 y 13), y en muchos casos la salvación propia incluye la familia (Hch. 16:31).

 Creyó una gran promesa (vv. 14–21): creyó la palabra de los mensajeros y cumplió las condiciones impuestas sin perder tiempo (v. 21). El cordón de grana ha sido considerado como un símbolo de la sangre de Jesucristo (1 P. 1:19 y 1 Jn. 1:7–9).  Hoy en día hay personas que se avergüenzan de mencionar la sangre de Cristo como medio de redención, pero el símbolo es usado de muchas maneras en el Antiguo Testamento y las palabras de Cristo en la institución de la Santa Cena, así como las alusiones de los apóstoles, no pueden ser negadas. Es natural que la sangre es un símbolo, pero es un nombre que debe ser honrado precisamente por lo que significa.

Rahab había oído de los milagros hechos a favor de Israel, y se había convencido de que Dios era el Dios verdadero. Y cuando se vio con los espías decidió, aun a costa de su propia vida, que su parte sería con Israel y su Dios. La salvación de esta mujer demuestra que aun cuando Dios esté preparando el juicio, Él se agrada de cualquier persona que”le teme y hace justicia” (Hch 10.35), es decir, cualquiera que lo hubiera intentado habría escapado de la destrucción. La historia de Rahab nos muestra todo lo que Dios puede hacer en la vida de una persona: de idólatra a creyente, de enemiga a colaboradora, de pecadora a santa.

Rahab siendo quien era mostró ser más sabia que muchas mujeres “decentes”, su discernimiento la llevó a distinguir lo santo de lo profano, sabía que detrás de esta situación ESTABA DIOS,  SU PLAN, LA OPORTUNIDAD DE SU VIDA. Y por eso escondió a los espías.
Ella declaró por la fe el poder de Dios,  “en nuestra boca está el poder de la vida  y de la muerte” (Pr.18.21) ella escogió la vida, porque de acuerdo a lo que hablo es lo que creo, debo hablar las promesas de Dios y no poner palabras negativas en mi boca, ella reconoció que Dios había hecho grandes milagros entre su pueblo, ella  conocía más de Jehová que muchos de los israelitas. Tuvo una fe genuina y la demostró a través de sus obras

 Jesús dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo y éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes. Entonces le llamó y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo” (Lc. 16:1-2).

Esta parábola es muy importante para el cuerpo de Cristo ahora. Es la trágica historia de un siervo de Dios que pierde su poder y unción y termina ofreciendo un evangelio rebajado y barato. El hombre rico de esta parábola es Cristo mismo en quien moran todas las riquezas de gloria. El mayordomo que está siendo despojado de la autoridad es cualquiera a quien le ha sido confiada la Palabra de Dios, pero que ha sido hallado culpable de desperdiciar los recursos de su Señor

El Papa Juan Pablo II lo trató con gran claridad y precisión para enfrentar “ideas y opiniones erróneas y confusas, presentes en la discusión teológica y entre grupos y asociaciones eclesiales”, ideas que tienden a desconocer a Cristo como Salvador único y universal, y a disminuir la necesidad de la Iglesia de Cristo para la salvación.
Tal es el caso, comentaba el Papa, de algunos que piensan y predican un supuesto “carácter limitado de la revelación de Cristo, que encontraría un complemento en las demás religiones”, como si la verdad sobre Dios no pudiera ser captada y manifestada en su totalidad por ninguna religión, tampoco por el cristianismo y, ni siquiera, por el mismo Jesucristo.
Nos decía que es erróneo considerar a la Iglesia como un camino de salvación más, junto con otras religiones que serían complementarias a la Iglesia. Y pide que se excluya una cierta mentalidad que piensa que “una religión vale por otra”.

El Papa nos dio seguridad sobre la “unicidad y universalidad salvífica de Cristo y de la Iglesia que El fundó. En efecto, el Señor Jesús constituyó su Iglesia como realidad salvífica: como su Cuerpo, mediante el cual El mismo actúa en la historia de la salvación ... El Concilio Vaticano II dice al respecto: ‘El santo Concilio, basado en la Sagrada Escritura y en la Tradición, enseña que esta Iglesia peregrina es necesaria para la salvación’ (LG, 14)”.

Así como Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres, así también la Iglesia es el medio universal y único de salvación. Ningún hombre puede pues salvarse sin pertenecer a ella, ya sea con toda realidad, ya sea cuando menos por su dispo­sición profunda'

Cristo es la única fuente de salvación, el único lugar de encuentro entre Dios y los hombres. Así, bajo formas diversas:  Rom 10, 1-14; Lc 12, 8-10; Jn 14, 1-6, etc.

 En la comunicación de la salvación a los hombres, Cristo y la Iglesia forman una sola cosa: la negativa a seguir a la Iglesia equivale a una negativa a seguir a Cristo, del mismo modo que rechazar a Cristo equivale a rechazar al Padre (Lc 10, 16: “Quien a vosotros escucha, a mi me escucha; y quien a vosotros desprecia, a mí me desprecia; pero quien me desprecia a mí, desprecia a aquel que me envió”; o también: Jn 3, 5; 13, 20: Mt 18, 17; Mc 16, 16; Gál 1. 8; Tit 3, 10; 2 Jn 10, 11, etc..).
O bien todos estos textos nada quieren decir, o bien significan claramente que, fuera de Cristo y de su Iglesia, no existe salvación posible para el hombre. Así, pues, aun cuando no figure en ellos bajo su formulación explícita, el axioma “fuera de la Iglesia, no hay salvación” se remonta en su sustancia al Evangelio mismo. El concilio Vaticano II lo advierte con exactitud: 'Al enseñarnos explícitamente la necesidad de la fe y del bautismo (Mc 16, 16; Jn 3, 5), confirmó (Cristo) al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia misma' (L. Gent., 14).

La fórmula “fuera de la Iglesia, no hay salvación” aparece por primera vez en san Cipriano y en Orígenes en torno al año 250. La encontramos ininterrumpidamente en los padres, tal cual, o con lige­ras variantes, o traducida también en imágenes como la del arca de Noé u otras equivalentes. La encontramos también en los teólogos y en los documentos oficiales del magisterio, los más importantes de los cuales han sido ya indicados antes.

Por poco que se reflexione, se advertirá claramente que es esen­cial a la Iglesia ser única. En caso contrario, no sería ya la esposa del único Mediador y su cuerpo, el sacramento de la comunión universal entre Dios y los hombres. Cuando la Iglesia afirma esta unicidad como una exigencia de su fe, no reivindica pues celosa­mente unos derechos y unos privilegios cediendo a una tentación de imperialismo espiritual, sino que da testimonio de la misión que ella ha recibido con respecto a la humanidad. Su exclusivismo es sencillamente otro nombre de su fidelidad y de su caridad uni­versal. Admitir una pluralidad de Iglesias equivaldría a no admitir ninguna, a rechazar la noción misma de Iglesia.

Lo que el Nuevo Testamento condena es, esencialmente, la negación de la verdad, y no la ignorancia pura y simple. Véase, en particular: Jn 3, 19; Mt 22, 8-9; cf. 1 Jn 4, 7.
 Nunca afirma que sea suficiente invocar a Cristo o afiliarse a su Iglesia para poder salvarse. Hasta dice explí­citamente lo contrario: Mt 13, 41-42; 22, 12-14; 25, 41; 1 Cor 13, 2; Gál 5, 6; Sant 2, 14; Lc 13, 9.

La criatura siempre depende de Dios y sin él volvería a la nada de dónde fue sacada. Dios y mundo son diferentes, pero no están separados o cerrados, están abiertos uno al otro. Si son diferentes es para posibilitar el encuentro y la comunión mutua.

El Centro de la fe Cristiana es la fe en la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas en un solo Dios, el modelo perfecto de relación amorosa. El Cristianismo es todo sobre relaciones con Dios y entre los hombres. “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón con toda tu alma y toda tu mente. Este es el principal y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás al prójimo como a ti mismo” (Mt 22: 37-39).

El panteismo niega como consecuencia, las doctrinas de la reconciliación, redención, santificación, además de poner en tela de juicio toda la escatología.
¿El Dios de Panikkar   es “el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”? Pienso que no. El cristianismo de Panikkar tenía poco de abrahámico, tal como correspondía a su radical universalismo.

Diferentes filosofías extrañas se han infiltrado en las iglesias por medio de literaturas contaminadas que están presentes en diversidad de librerías y en las que muchas editoriales cristianas no han tenido cuidado en discernir dejándose llevar del renombre de algunos líderes del error.

Estos han venido a minar la casa. Mientras en las iglesias se les educa a los creyentes de una manera, ellos beben de la aguas contaminadas de algunas fuentes venenosas que encuentran por el camino. Incluso, muchos sacerdotes y ministros de la iglesia van a esas mismas aguas a beber de lo contaminado junto con ellos. No les basta con la leche espiritual no adulterada de la Palabra de Dios y tienen que ir en busca de mensajes trastocados que encuentran en cualquier esquina y que se presenta de manera atractiva y llamativa. Es así como se ha infiltrado en las iglesias ideas como: la super fe, la visualización, la brujería cristianizada (cartografía), el materialismo (teología de la prosperidad en algunas iglesias evangélicas), las falsas profecías como La Nueva Era, que es síntoma de la soberbia, la altivez de espíritu, la prepotencia, la insensatez, el orgullo, y toda clase de cosas que distingue a la falsa religiosidad.

Conozco a personas sencillas que no tienen en su casa más que unas pocas docenas de libros, pero que sin embargo muestran un conocimiento de las cosas de Dios más certero y profundo del que manifiestan tener todos estos “teólogos”. Y es que para conocer lo esencial no hace falta tener 100.000 libros sino solamente 73, los que van de Génesis a Apocalipsis. También debemos recurrir siempre al Espíritu Santo, que es el Espíritu de verdad. Ojalá estos "teólogos" pueda encontrar esa verdad.


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