viernes, 10 de mayo de 2013

Los psiquiatras advierten de un aumento del 50% de suicidios en España debido a la crisis económica


La Asociación Española de Psiquiatría Privada (Asepp) ha advertido este miércoles de un repunte de la tasa de suicidios en España desde los 10 casos por 100.000 habitantes que se registraban hace tres décadas hasta los 15 casos actuales, un aumento del 50% que se ha producido de forma progresiva, y que se ha agravado como consecuencia de los efectos de la crisis económica.

El presidente de la Asepp, Salvador Ros, ha recordado que España sigue alejada no obstante de las tasas de países eslavos o nórdicos -en Hungría la tasa es de 40 casos por 100.000-, y a pesar de que el suicidio tiene que ver con múltiples factores, ha subrayado que la crisis y sus consecuencias están actuando como un “factor precipitante” de esta situación.

La pérdida de las ideologías, la desestructuración de los grupos sociales, las crisis de identidad y el rechazo a la ancianidad son algunos de los motivos de este repunte, ha indicado Ros, lo que junto con un aumento de la desesperanza y los trastornos afectivos por consecuencia directa de la crisis hacen prever que, más allá del aumento de la patología psiquiátrica, se intuya un aumento “dramático” del número de suicidios.
Ros ha recordado que, en el caso de Catalunya, cerca de un 13% de la población por encima de los 15 años tiene algún tipo de trastorno mental, y de todos ellos un tercio los experimentará a lo largo de toda su vida, en un contexto en el que la población realiza sobreesfuerzos inéditos y, por ejemplo, intenta limitar al máximo el número de bajas laborales.

Hay victoria disponible para nosotros, sobre todas estas cosas que atribulan nuestras mentes. Está envuelto en un pacto que Dios hizo hace años con Abrahán y sus descendientes:
"Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron; Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto; Del juramento que hizo a Abrahán nuestro padre, Que nos había de conceder que, librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días" (Lucas 1:71-75).

El juramento de Dios a Abrahán y a sus hijos es claro como el cristal: ¡Él nos librará de todos nuestros enemigos, para que podamos vivir sin miedo - tranquilos y en reposo - todos los días de nuestras vidas!

Este pacto se aplica a cada uno de nosotros que vivimos hoy. Según Pablo, todos los que han recibido a Cristo como Señor por la fe son la “simiente de Abrahán." “…Esto es: no los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes" (Romanos 9:8). "Sabed, por tanto, que los que son de fe son hijos de Abrahán" (Gálatas 3:7).

¿Cómo podemos reclamar la promesa de este pacto? Abrahán hizo una pregunta similar al Señor, cuando él no vio ningún alivio para su dilema. Él preguntó: "¿Qué me darás, Señor, ya que yo no tengo ningún hijo?" Esta fue la respuesta de Dios: "… Yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande" (Génesis 15:1).
El Señor le dijo, "Abrahán, yo voy a darte a mí mismo - y eso es todo. Yo seré tu defensor y tu gran premio - porque Yo soy el que soy. ¡Nunca necesitarás temer a otro enemigo mientras vivas, porque yo seré tu Dios!"

El Señor nos da una promesa gloriosa como esta, en su nuevo pacto. Él dice: "… seré a ellos Dios, y ellos serán mi pueblo" (Hebreos 8:10). De hecho, desde el mismo principio de la creación, a través de toda la Escritura, oímos a Dios haciendo esta súplica a la humanidad: "¡Yo quiero ser tu Dios!"
Dios nos ayuda en esto enviando su propio Espíritu a morar en nuestros corazones. El Espíritu Santo es el poder de Dios, y ese poder declara la guerra a todos los poderes demoníacos: "… el Espíritu (codicia, o “peleas”) contra la carne…" (Gálatas 5:17).

El Espíritu declara, "Éste es ahora el lugar de mi morada, diablo. He preparado mi cuartel general aquí, y estoy levantando el estandarte del Dios omnipotente. Tu ya no gobiernas más aquí. Y tu batalla ya no es contra mi hijo. Estás ahora contra mí. Voy a cazarte, y a dañar tus planes y luchare contra ti en todo frente. ¡Este hijo es ahora templo del Espíritu Santo!"

Caminar en el Espíritu no es complicado. Simplemente es creer lo que Dios ha dicho: "¡… Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne" (v.16). Simplemente, es decir, "¡Confíe en el Espíritu Santo! Crea en su promesa para llevar su causa. ¡Camine en el poder de su promesa para luchar por usted!"
La palabra de Dios nos da una promesa que es como un ancla que es una cura segura para toda angustia mental:

"Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra." (Ezequiel 36:25-27).

¿Estas enfrentando una crisis? ¿Tienes un problema gigante amenazante, en la casa, el trabajo, en tu familia? La única manera de enfrentar a un gigante es hacer lo que hizo David: recuerda el león y el oso. Así fue como David pudo levantarse contra Goliat sin temor: recordando la fidelidad de Dios hacia el en crisis pasadas. Permíteme explicar:

Cuando David se ofreció para pelear a Goliat, “Dijo Saúl a David: No podrás tu ir contra aquel filisteo, para pelear con el;… David respondió a Saúl: tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venia un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras el, y lo hería, y lo libraba de su boca;… tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos,” (1 Samuel 17:33-36).
Muy probable, David le testifico a Saúl, “Yo recuerdo el tamaño del oso que se acerco a mi. Envolví cada una de mis manos en un trapo, las puse en su boca, e hice trizas de su mandíbula. Entonces tome el cuerpo del oso y le quite la piel. Le di el abrigo de su piel a mi padre, como testimonio del poder de Dios para liberarme.”

Muy probable, David le testifico a Saúl, “Yo recuerdo el tamaño del oso que se acerco a mi. Envolví cada una de mis manos en un trapo, las puse en su boca, e hice trizas de su mandíbula. Entonces tome el cuerpo del oso y le quite la piel. Le di el abrigo de su piel a mi padre, como testimonio del poder de Dios para liberarme.”

Multitudes de personas del pueblo de Dios hoy enfrentan gigantes en todos lados. Pero muchos se acobardan en temor. ¿Te describe a ti? ¿Has olvidado la vez que estuviste tan enfermo que estabas cerca de la muerte, pero el Señor te levanto? ¿Recuerdas ese desastre financiero cuando etuviste triste, “Eso es, he fracasado,” sin embargo el Señor te dio salida, y te ha guardado hasta hoy?

¿Ves lo que Dios está diciendo? ¡Su Espíritu hace toda la obra en tí! Él te y te dará un corazón nuevo. Él te llevará a la obediencia y te guiará a hacer lo correcto. ¡tu parte es creer que él mantendrá su palabra, con fe firme!
¿Así que, confias tus problemas, tu futuro, tu vida  en las manos del Dios omnipotente?

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