domingo, 26 de mayo de 2013

El Papa quiere una Iglesia de "puertas abiertas" y no "controladores de la fe"

 

Pone como ejemplo de aduana el caso de un cura argentino que se negó a bautizar a un hijo de madre soltera.


En su homilía, transmitida por Radio Vaticano, el papa argentino citó el ejemplo de un cura que se negó a bautizar al hijo de una madre soltera.
"Esta mujer tuvo la valentía de proseguir su embarazo (...) ¿y qué es lo que encuentra? Una puerta cerrada", lanzó el papa.
"Cuando escogemos este camino, no estamos ayudando al pueblo de Dios", dijo, añadiendo que "Jesús creó los siete sacramentos y con este tipo de actitud creamos un octavo: ¡el sacramento de la aduana pastoral!"

En septiembre 2012, Jorge Bergoglio, entonces arzobispo de Buenos Aires, había criticado a los sacerdotes que se negaban a bautizar a los niños nacidos fuera del matrimonio, calificándolos de "hipócritas".

            El problema del aborto es serio porque se relaciona directamente con el valor de la vida, derecho básico del hombre. Un derecho que hay que defender con energía y sin vacilaciones; energía y coraje que faltan tantas veces y especialmente en tantos grupos sociales que aceptan y defienden incluso la guerra, la fabricación de armamento, la pena de muerte, el paro, salarios de hambre, etc. Hay que intentar ser coherentes al menos en el mismo plano. Los primeros cristianos se oponían a la guerra y el servicio militar.
            ¿No seremos demasiado escrupulosos en esta cuestión del  aborto que no nos incumbe tan de cerca (¡Tengamos presente a la mujer gestante!) y más liberales y tolerantes en otros problemas que nos afectan más de lleno?

No se puede culpar a nadie por esta actuación. Se puede y se debe acompañar –es la mejor pedagogía- a estas personas que decidieron o optaron obrar de este modo.
            En la cuestión del aborto hay una serie de medidas económicas, políticas, sociales, culturales, y sanitarias pendientes de conseguir para que el derecho a la vida  sea defendido sinceramente.
            Las injusticias graves no reparto de la renta, las condiciones de vida extremadamente difíciles, para algunos grupos sociales, la consideración de la mujer objeto sexual, el rechazo de la madre soltera y de su hijo, etc. Son de gran importancia para un buen planteamiento y adecuada solución del problema.
            Es un reto moral y social hacer una sociedad más justa y solidaria.
            Es preciso añadir que la interrupción del embarazo no es el camino para la regulación de la natalidad.
Hay que mantener un estilo de vida y de convivencia lúcido, sabio y experto. Con esto quiero decir que se tiene que mantener la vida contra tantos ataques de muerte.
            Si el cristiano fuera guerrero o inquisidor, repartiría condenas, rechazaría el diálogo con otras corrientes de pensamiento, provocaría una reacción contraria, sencillamente fatal, mortal.
            Non se tiene realmente toda la verdad en esta cuestión.
            Amemos las personas implicadas, comprendiendo sus penas y tragedias.
            Aún que le pueda parecer a alguno “ir de rebajas” opino que no es así. Porque defender la justicia (el ideal) sin a misericordia, no es un acto de justicia. La verdad y el bien del Evangelio no son tales sin misericordia.
           

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