jueves, 30 de mayo de 2013

Agrelo pide al Gobierno medidas para evitar la muerte de inmigrantes en el Estrecho



Fuente: Religion digital
Santiago Agrelo vive de cerca el fenómeno migratorio debido a que muchas personas son enterradas en Tánger cuando fallecen en aguas del Estrecho. "Son desgracias, al igual que la expulsión de centenares de inmigrantes", ha añadido.
El arzobispo de Tánger (Marruecos), Santiago Agrelo, ha solicitado hoy a las autoridades que adopten medidas para evitar la muerte de inmigrantes subsaharianos en la zona del Estrecho de Gibraltar al mantener que "hay que mirar por la dignidad" de estas personas.

Santiago Agrelo, que participa desde hoy en Ceuta en las "XIII Jornadas de Cáritas Diocesana de Ceuta", ha afirmado a los periodistas que la inmigración "es una cuestión que no están abordando convenientemente las autoridades, ya que hay que tratar de respetar la dignidad de este colectivo".
Ha precisado también que "no se pueden cerrar los ojos ante todas estas personas ni mirar hacia otro lado como si no existieran, porque están ahí".
Santiago Agrelo vive de cerca el fenómeno migratorio debido a que muchas personas son enterradas en Tánger cuando fallecen en aguas del Estrecho. "Son desgracias, al igual que la expulsión de centenares de inmigrantes", ha añadido.
Dios, el Dios de Jesús de Nazaret es el Dios que se estremece ante la aflicción de su pueblo. Así tenemos en la Biblia toda la historia del éxodo del pueblo de Israel liberado por Dios, el Dios que oye el clamor de los oprimidos, de los angustiados:  “Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos…”  (Éxodo 3:7-8). Dios sufre con la pérdida de derechos de su pueblo oprimido.
La preocupación de Dios es que no haya  acumulaciones grandes y personas que no tienen nada, que no tienen ningún derecho económico. Las acumulaciones son malditas:  “¡Ay de los que acumulan casa a casa y heredad a heredad!…” . Eran los malditos de Dios, para ellos el “ay” divino, el “ay” de maldición. Dios se convierte en el defensor de los derechos económicos y humanos de los pobres y de los oprimidos. Así dice a los acumuladores:  “¿Habitaréis vosotros solos en toda la tierra?” . Se hace así una distinción entre los malditos y los benditos de Dios, una queja divina, ayes, contra los acumuladores que privan de los derechos a los más débiles.

Vosotros arrasasteis la viña: tenéis en vuestras casas lo robado a los pobres (Is:3:14)

El problema en la Biblia, y las condenas que se hacen de los ricos, no está solamente en función de tener bienes, sino en tener tantos que empobrezcan y reduzcan a muchos a la miseria y a una vida sin dignidad. El problema está en acumular bienes que otros necesitan y que al tenerlos nosotros acumulados, empobrecemos a los demás.

Los que estamos gozando de bienes y de servicios sin medida, debemos de tener cuidado y pedirle a Dios que nos muestre cual debe ser nuestro modo de actuar. Cual debe ser nuestro discurso, nuestra denuncia y nuestra acción. Muchas veces podemos pecar por omisión. La Iglesia y los cristianos deben reflejar más el mensaje profético que recoge Jesús. Debemos ser solidarios, denunciar las estructuras injustas y compartir. Que no se pueda decir que lo robado a los pobres está en nuestras casas

Hoy los cristianos los seguidores de Cristo deberíamos plantearnos si tenemos las mismas prioridades bíblicas, si somos los defensores de los derechos humanos de los proscritos, desclasados, torturados, empobrecidos y robados de dignidad… si nos encontramos entre los malditos o los benditos de Dios.

Hay muchos modismos que se suelen emplear cuando nos referimos a los inmigrantes que nos llegan: morenos, negros, moros, espaldas mojadas, transeúntes, ilegales, marginados, nuevos pobres…

Casi siempre son palabras que esconden una actitud negativa, en ocasiones despectiva o racista y, a lo sumo “caritativa”. Muchas veces los tratamos con muy buena voluntad, pero como indigentes y necesitados. Cuando llegan a una ciudad se les indica el camino más cercano de un comedor de Cáritas, de un albergue público, de una parroquia o de una ONG que les saque del apuro cotidiano y que les pague un viaje a otra ciudad donde repetir la historia. Y así entran en esa maquina de la dependencia y la “caridad”.
Quisiera partir de una clave diferente: son trabajadores. Hoy hay trabajadores fijos y temporeros, trabajadores ocupados y trabajadores en paro, trabajadores de convenios y trabajadores de economía sumergida. Está tan estratificada la clase obrera que muchos dicen que se acabó, que eso es del pasado.

Cuando veo a los inmigrantes siento que hay aun otra categoría dentro del mismo mundo obrero: Hay trabajadores del “primer mundo” y trabajadores del “tercer mundo”. Estos inmigrantes son trabajadores de países donde el paro es impresionante y donde la economía de una familia resulta una aventura sobrevivir cada día. Y vienen buscando un empleo, un trabajo, que se respete su dignidad de trabajador. No es lo mismo contemplarlos como indigentes y marginados, relegándolos a ser mero objeto de los servicios sociales, que verlos desde otra clave que les permita ser sujetos de su liberación y de su inserción. Cometemos el mismo grave error con nuestros parados. Sin quererlo, convertimos a los parados y a los inmigrantes en marginados y los introducimos en la rueda del asistencialismo.
           
No se trata sólo de llevarlos a ONG o a Cáritas, sino de ayudarles a recuperar su dignidad, de invitarles a entrar en el carro de la historia. Hay que ayudarles a que se sientan trabajadores en busca de un empleo, no de la “caridad” social.

Se dice en  Éxodo 22:21   “Extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto”. No olvidemos los españoles que también fuimos extranjeros en nuestro Egipto particular.
 Hoy en día hay múltiples formas de robar al extranjero al no darles lo que justamente pertenece a su trabajo.  Hay explotación de inmigrantes. Largos trabajos y bajos salarios. Incumplimientos con los deberes de los seguros sociales. Se les roba la dignidad y, en muchos casos, son víctimas del racismo y de la xenofobia. Se les roba el respeto que se debe tener a toda criatura hecha a imagen y semejanza de Dios. La Biblia, a través de los profetas, prohíbe la violencia contra el extranjero: “Al inmigrante (extranjero) trataron con violencia”, dice el profeta Ezequiel.






No hay comentarios:

Publicar un comentario