jueves, 3 de enero de 2013

Roser Puig, Un testimonio de fe.



Todavía tengo guardado uno de sus correos electronicos en donde me dice lo siguiente:

"Te agradezco que ores por mí. Tengo que pedirte un favor: cuando hables con el Padre, dile que yo ya hace meses que estoy esperando en a estación a que pase mi tren. Dile que estoy preparada, con las sandalias calzadas y el bastón de caminante en la mano. Dile que no llevo equipaje, a excepción del cariño de mis amigos y amigas, y de mis hijos e hijas. Dile que estoy cansada y que tengo ganas de descansar porque “tan alta vida espero, que muero porqué no muero”.

Ahora me doy cuenta de su gran valor para enfrentarse a la vida y cómo es posible de vivir una vida heroica sin gritar y sin hacer ruido.

Quedarse quieto no significa ser pasivo o descansar en el destino. El destino
dice: "Lo que será, será". Pero la fe cambia todo. Quedarse quieto es un acto
de fe, un descanso activo en las promesas de Dios, el cese de todas las
preguntas, dudas y esfuerzos inútiles.

 "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen" (Juan 10:27).
   "Tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino,
andad por él" (Isaías 30:21).
   "Mi palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón"
(Deuteronomio 30:14).

En efecto, cuando las cosas van mal es como si se juntara el cielo con la tierra. Dios comienza a hablar, de pronto tenemos una gran sensación de paz y calma. La voz es reconfortante, relajante, y dejamos nuestro lugar de oración con esa sensación maravillosa.

Hay un texto bíblico que espontáneamente me evoca su memoria.

Se trata de Rm 12,1-2. que ofrezcáis vuestros cuerpos (vuestra existencia) como sacrificio vivo, santo, grato a Dios: como vuestro culto espiritual. Y no os instaléis en el mundo presente. Transformaros más bien, por la renovación de la mente. Para que podáis conocer la voluntad de Dios: lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto. La cita es larga, pero creo que es bastante expresiva del talante interior con el que Roser fue viviendo y creciendo en su fe hasta el final de su vida.

Pienso que dar a conocer a Roser a los que no la han conocido puede hacer mucho bien.

De su bondad, de su piedad, de su entrega a los demás, de su disponibilidad.

¿Cómo era Roser? Pienso que todos los amigos del blog de Xabier Pikaza y la inmensa cantidad de gente que la conocía, si se le preguntara diría lo mismo: ¡una mujer única! Siempre viviendo esa entrega maravillosa a los demás, derramando por donde pasaba ese optimismo que la caracterizaba, y sobre todo enseñando con su vida que Dios puede llenar toda la existencia humana. Ella iba conquistando el Reino de Dios con valentía, con renuncias, con amor y con entrega total a los demás.

Nunca le agradeceré lo suficiente lo que hizo por mí, en sus consejos cuando pasábamos horas al teléfono, pero sobre todo en mi vida espiritual.

Tenía una fe tan grande y tan clara que la hacía ver más allá de la razón. Vivía el cristianismo “a tope”; era una cristiana de primera división. Cuando le salían bien las cosas, o cuando le salían mal.

Nuestra amistad fue inquebrantable, a pesar de que en algunas cosas no opinábamos igual, ni siquiera la muerte la ha truncado. Sólo le ha dado un giro porque ahora nuestra comunicación es distinta ya que ahora se ha hecho invisible a los ojos humanos, pero como me decía Xabier Pikaza el día del fallecimiento de otro buen amigo, Agustin: “Sigue con nosotros”.

Siento no poder contar nada más especial. Sí quiero en una palabra resumir lo que para mí fue la vida de Roser. Entonces diría que su vida fue ejemplar. Ella dio su vida, no sólo una vez, sino una y mil veces: en primer lugar por su familia; y, después  por todos, familiares o no. Y lo hizo con la discreción que caracteriza a los santos, porque ella no se consideraba nunca merecedora de nada.

Era cercana a todos, pero especialmente a los que sufrían por algo. Siempre tenía un gesto y unas palabras de comprensión. La gente le quería, podíamos confiar en ella y era muy valorada por todo tipo de personas. Sabíamos que el día que faltase en el blog de Xabier Pikaza lo íbamos a notar.

Su alimento espiritual estaba centrado en la vivencia de Cristo resucitado, en los valores evangélicos del amor más universal concretado en la vida real de cada día y estaba preocupada por ser una buena interprete de lo que Juan XXIII llamó "los signos de los tiempos"

Me gustaría recoger y compartir uno de sus artículos publicados en Redes Cristianas.


Parece que el Vaticano está pensando en recuperar a los curas "alejados" ¿Llamará a las mujeres a filas?

 

Roser Puig


El Papa Benedicto XVI, alarmado por la falta de vocaciones sacerdotales cuya consecuencia ha sido el envejecimiento y escasez del clero, intenta estimular al Espíritu Santo para que suscite vocaciones, declarando un Año Sacerdotal. De paso, desea promocionar de nuevo el sacramento de la confesión particular (que tan grande poder sobre el resto de la sociedad confirió al clero en el pasado, pero cuya práctica en España ha quedado reducida a menos del 5% entre los jóvenes) Y lo hace, regalando indulgencias a aquellos sacerdotes que se confiesen a lo largo de este año, pues incluso los curas han emigrado de tal costumbre.

Indulgencias que podrán aplicar a otros sacerdotes fallecidos y, supuestamente, en el Purgatorio. A los laicos, si rezamos durante este año por las intenciones del Papa, y nos confesamos, también nos concede indulgencias. Así de generoso se muestra el Sumo Pontífice con el control del Mas Allá.

El cardenal Bertone, al anunciar dicho Año Sacerdotal, hizo enigmáticas alusiones sobre la búsqueda de “una reanudación del contacto, de la ayuda fraterna y, si es posible, volver a unirse con los sacerdotes que por diferentes motivos han abandonado el ejercicio del ministerio”. No precisó si célibes o casados, aunque no sería de extrañar que, ante tan crítica situación, se admitieran curas con esposa incluida. Al fin y al cabo, son un verdadero ejército los secularizados: más de 100.000. Todo, menos permitir que las mujeres entren a formar parte del escalafón clerical.

Era de esperar. Se entreveía después de leer la primera parte de la primera encíclica, en la que Benedicto XVI se esmeró en convencer a los fieles de que ,“tocar” a su esposa, ya no se considera impuro por parte de la Iglesia (cosa que había empezado con Tertuliano (155-245 DC), quien declaró que aún los matrimonios legales estaban “manchados con la concuspicencia; y cosa que fue confirmada por los restantes Santos

Padres de la Iglesia, pasando por el de Hipona (,354 – 430)) el cual, sin embargo, rebajó la concupiscencia matrimonial a “pecado venial” pero de funestas consecuencias para el fruto del “placer” que, de morir sin bautizar, acababa en el Infierno por haber sido contagiado con el Pecado Original durante dicho momento de “placer pecaminoso”.

Pues bien, en su primera encíclica, Benedicto 16, dando un giro de ciento ochenta grados, razonó en “Deus Caritas est”(2005) que, si el eros se convierte en ágape, es algo agradable a los ojos de Dios (nº 7 ). Y más tarde, el l9 de abril del 2007, firmó un documento de la Comisión Teológica Internacional, en el que se decía que los niños que mueren sin bautizar ni uso de razón, van al cielo.

No es de extrañar por tanto que, a la vista de la urgencia eclesiástica, esté preparando a los reticentes misóginos de su generación para que acepten el celibato opcional por el que toda la Iglesia está clamando, máxime después de haberse destapado las terribles cifras de los horrendos casos de pederastia. (“más vale casarse, que abrasarse” (S. Pablo,1Co 7, 8-9)

Personalmente, no me haría ninguna ilusión que, en estos momentos, las mujeres entraran a formar parte del clero y engrosaran una institución piramidal, absolutista y dictatorial. Por lo que yo estoy luchando, es por que nuestra Iglesia sea una “iglesia de iguales”, que demuestre con hechos que se cree eso de que “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de losdiscípulos de Cristo.” (GS, proemio nº 1). Por el momento, es la Iglesia de Base la que lo pone en práctica. La jerárquica se limita a dar consejos sobre el particular, a conservar y guardar celosamente sus tesoros, y a luchar por las prebendas. Me niego a colaborar por que mi Iglesia, oficialmente, siga siendo un emporio de clasismos, elitismos, discriminaciones y privilegios.

Pero reconozco que es natural que aquellas mujeres, que tienen vocación ministerial y que se han venido preparando concienzudamente desde el CVII en donde se nos decía que “No hay en Cristo y en la Iglesia ninguna desigualdad por razón de la raza o de la nacionalidad, de la condición social o del sexo” (LG. 32, b) ahora se sientan frustradas y escarnecidas. En especial, aquellas a las que se las ha apartado de sus cátedras por pensar de diferente manera de lo que permite el Papa. Sin embargo, ahora parece que al cardenal Bertone no le importaría volver a reclutar a los hombres que han sido “silenciados” precisamente por la misma razón: atreverse a elaborar una teología diferente a la secularmente tradicional y oficial.

Mientras tanto, la ICR no solo está dando un escandaloso ejemplo de misoginia y discriminación, sino que está justificando a los maridos que maltratan de forma psicológica o material a sus “santas esposas”, `por habérseles inculcado que son superiores a ellas y éstas no se les someten “como Dios manda”. Y, además, da justificación a los asesinos de sus parejas o ex parejas los cuales no están dispuestos a que se les escape de las manos “su propiedad”, como consecuencia de unos inoportunos DDHH que les proporcionan herramientas para emanciparse. Propiedad a la que, desde tiempo inmemorial, consideran tener “derecho divino, hasta la muerte de uno u otro”. Tal como han transmitido las tradicionales y androcéntricas doctrinas eclesiásticas, todavía vigentes.

Como ejemplo de la sutil mentalización de supeditación e infravaloración de la mujer llevada a cabo por la ICR a través de los siglos y mantenida hasta el día de hoy, a la que me estoy refiriendo, mencionaré unas declaraciones de Mercedes Navarro del año 2008 – M. N. es Doctora en Psicología (UP Salamanca) y Teología (PU Gregoriana, Roma) y licenciada en Ciencias Bíblicas (P.I. Bíblico)- en dichas declaraciones, denunciaba cómo en la traducción al latín de la Biblia, realizada por San Jerónimo en el s.V, llamada “Vulgata”y de la que hemos bebido toda la vida, este Santo Padre se permitió varias licencias poco éticas en dicho trabajo. Para empezar, al traducir los textos del Génesis sobre la relación Adán-Eva, según Mercedes Navarro, S. Jerónimo”no hace una traducción exacta del hebreo porque en ese idioma no aparece la subordinación sino la reciprocidad.

 La Vulgata dice: “Tu deseo irá a tu marido y él te someterá”, cuando en hebreo es: “Tu deseo irá a tu marido y el de tu marido a ti”.
En fin ¿qué podemos esperar las mujeres de este “Año Sacerdotal”, por parte de quienes están siempre dispuestos a todo con tal de retener el poder (nada celestial, por cierto) y mantenernos supeditadas, a la par que ninguneadas?


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