jueves, 13 de diciembre de 2012

La Gran prosituta por Xabier Pikaza


La Gran Ramera (=Prostituta) forma con las dos bestias, de las que ya hemos tratado, la Trinidad Satánica, es decir, la expresión de un mundo dominado por el poder político/militar (primera bestia), ideológico (segunda bestia) y económico/civil (prostituta). Nunca se había trazado en el mundo un análisis más duro y certera de la realidad.
En sentido estricto, para el Apocalipsis, la Gran Ramera es Roma (el imperio económico/civil, la ciudad divinizada), que cabalga a lomos de la primera bestia y se deja divinizar y adorar por la segunda.
La prostituta es la Ciudad/Cultura que vive a costa de los pobres (que bebe la sangre de los mártires de las historis, de todos los que mueren de hambre mientras ellas vive en pura gloria maldita).
La Prostituta era entoces Roma, la gran Madre, ciudad divina, Diosa encarnada. Pues bien, ella es para Juan una vulgar y poderosa prostituta que se vende a las dos Bestias y que vive a consta de ellas.

En aquel tiempo el signo de la Gran Ramera era claro para los lectores cristianos. Pero la tradición posterior ha seguido cavilando en torno a esta figura, buscando interpretaciones distintas de su poder (y de su reinado).
a) Muchos Santos Padres relacionan a la Prostituta con la Iglesia, llamándola Santa y Pecadora (como los profetas habían condenado a Israel/Jerusalén, ciudad santa y prostitutas). La Iglesia es para ellos la Casta Meretrix, como ha estudiado, por ejemplo, H. Urs von Balthasar, teólogo “oficioso” de Juan Pablo II.

b) Lutero, llevado por su polémica anti-papista, llamó a la Iglesia de Roma la Gran Prostituta. Es evidente que sus acusaciones, que han de entenderse desde el clima de disputa de su tiempo, no se pueden tomar al pie de la letra, pero tienen un fondo que debe valorarse.

c) Aquí no quiero retomar este motivo en línea histórica ni dogmática, sino sólo comentar los textos básicos del Apocalipsis, donde la Prostituta (Roma, ciudad de la economía mundial) aparece como prostituta de las dos bestias.
Para nosotros, éste es un tema de especulación teórica. Para Juan, profeta del Apocalipsis, era un tema en el que estaba en juego su vida. Llamar “gran prostituta” a Roma era un crimen de lesa majestad, de manera que podrían matarle si descubrían que el libro era suyo.
Buen día a todos. Por favor, las mujeres recuerden que la gran Prostituta es inseparable de las dos bestias masculinas.

1. Dos avisos previos

a)Un lector me ha dicho que un teólogo afirmaba que el Apocalipsis contenía los “ delirios de un anciano”. Puede ser, pero esos “delirios” tienen un sentido y una lógica mayor que la gran filosofía de su tiempo y que gran parte de la teología actual. Además “se aprende” a entenderlos, lo mismo que se aprende la escritura china (una de las máximas conquistas de la cultura humana), que un amigo mío definía como simples garabatos.

b) Otros lectores dicen que el Apocalipsis no interesa, que no tiene valor… No les interesará a ellos, y lo entiendo (porque escuece). Pero quien diga que el Apocalipsis (o la apocalíptica) es secundaria para el cristianismo destruye todo el cristianismo, porque apocalíptico fue Jesús de Nazaret, lo mismo que Pablo y Marcos… El tema está en que el apocalipsis (la apocalíptica) se aprende también (exige un mínimo de esfuerzo), como todo lenguaje distinto… Ya Machado afirmaba que algunos (ayer dominadores) desprecian cuanto ignoran.

2) Introducción. El signo de la prostituta.
En el Apocalipsis la prostitución tiene un sentido básicamente figurado y así aparece vinculada a la tendencia eclesial de Jezabel y de los nicolaítas, que según el Apocalipsis (cf. Ap 2, 14.20: tema de lo sidolocitos), quieren aprovecharse de la “comida” de Roma. La prostitución condenada aquí no es una relación sexual de tipo privado, más o menos desordenada, sino la obra de la prostituta o pornê (cf. Ap 17-18), que separa a los creyentes de Dios, oponiéndose a está la fidelidad de Jesús, que se expresa en forma de confianza con Dios o entre personas (Ap 1, 5; 19, 11; cf. 2, 10.13.19; 13, 10; 17, 14).
Según la tradición israelita, los ídolos prostituyen, pues representan un amor que se compra y vende. Eso es lo que Juan ha visto y condenado en Roma (que es pornê o ramera) y en aquellos que la aceptan: Roma es prostitución universal, engaño personificado, estado (= ciudad, estructura política) que vive de la sangre de los otros (cf. 17, 6; 18, 24). Los que defienden la prostitución en las iglesias (Ap 2, 14.20) aplican dentro de ellas el estilo de vida de Roma.
El tema de fondo de la Gran Ramera es éste: para comer “hay que venderse”. Los que se venden se prostituyen, comercian con la Gran Prostituta… Viven de la sangre de los pobres.

3. La gran prostituta, la ramera oficial
No es una “putita” de barrio (como las que ayer presenté en la imagen), es la Gran Señora, la Ciudad Imperial (el emperador y su corte, el rey y sus ministros…, una economía/ciudad que vive de los pobres…). Desde ese fondo, el profeta Juan ha concebido el pecado de la humanidad en términos de prostitución universal.
Ésta es la Prostituta: El pecado del Dragón y de las Bestias se encarna en Babel (Roma), ciudad ramera que se vende a los reyes y pueblos de la tierra, para sacar ganancia de ellos, bebiendo (derramando) la sangre de los mártires del Cristo y de todos los asesinados de la tierra (cf. 17, 1-5.15; 18, 3.9. 24; 19, 2). Las mismas Bestias y Reyes que la han utilizado acabarán matándola, en juicio de talión intrahistórico (17, 15-18), que Juan (cf. 18, 1-19, 8) interpreta como signo de salvación universal. Ella aparece así en el centro del Apocalipsis:
«Y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano una copa de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito: ¡Misterio! Babilonia la grande, madre de los prostitutos y de las abominaciones de la tierra» (Ap 17, 3-5).
El autor del Apocalipsis no ha inventado esta figura (ni la destrucción de Babilonia, que aparece, por ejemplo, en Jer 51), pero la ha recreado a partir de su experiencia de Jesús y de las comunidades cristianas, amenazadas por el imperio romano. Esta mujer-prostituta ha de verse en oposición a la mujer-madre amenazada (Ap 12, 1-2) y a la novia-ciudad de la plenitud final (Ap 19, 7; 21, 2.9).

3 Los signos de la prostituta.

(a) Vestidos y adornos. Está vestida de púrpura y escarlata (17, 4), colores de realeza/riqueza y sacerdocio sacrificial (cf. Ex 26, 1.4.31.36; 28; Num 4, 7-8; Lev 14; 19, 6 etc.), como diosa y sacerdotisa falsa. Está adornada de oro, piedras preciosas y margaritas (17, 4), que son signo de lujo (honor del mundo) y de poder (cf. Jerusalén celeste: 21, 19-21) vinculado al sumo sacerdote (Ex 28, 17-20; 39, 10-12) o rey divinizado (anti-divino) de Ez 28, 13.
Por vestido y ornamentos, ella es la expresión de una sacralidad invertida, diosa del poder hecho opresión. Allí donde los aduladores cantan su grandeza (¡es diosa!) ha visto Juan su prostitución. Pocas veces ha existido en la historia universal una crítica más honda de la satanización política: el mundo admira a Roma y celebra su paz (hecha de riqueza y de un tipo de justicia) como signo de Dios; Juan la condena como servidora de la Bestia.

(b) Su signo distintivo es una copa (poterion, vaso para beber). Normalmente, la mujer aparece como vientre y pechos: fecundidad primera, ánfora de vida y leche para sus hijos; así suele mostrarse la Madre Diosa de oriente, venerada en Éfeso como Artemisa de pechos abundantes. Pero la mujer de Ap 17 no es seno gozoso ni maternidad generadora sino copa de misterio embriagante y sanguinario.
Pues bien, la copa de esta mujer está llena de las abominaciones e impurezas de su Prostitución... (17, 4): contiene lo que ella ofrece a sus amantes y lo que recibe de ellos, especialmente la sangre que les chupa, la sangre de todos los pobres y mártires. En su falsa ley de sexo y libación sagrada. Ella es la figura del “comercio” mundial montado sobre la Bestia, es la historia del Poder que aplasta a los pobres para elevarse. El misterio de Jesús se expresa en el pan compartido y la copa de vino hecho vida entregada por los demás. El misterio de la Prostituta es, en cambio, copa de engaño que mata.

(c) La prostituta y la bestia. La Gran Ramera lleva escrito en su frente un nombre que dice ¡Misterio! (17, 5); así quiere presentarse como revelación escatológica de Dios. Esta mujer promete algo que nunca puede dar. Ella es lo contrario a Dios, una humanidad que vive del engaño, destruyendo a los demás y realizando su anti-eucaristía; parece diosa, expresión del culto supremo del imperio, montada sobre la bestia, como icono o imagen que todos deben adorar (aceptar, venerar) si quieren vivir (comprar y comer) en el imperio (cf. Ap 13, 14-18). Es sólo humanidad de muerte y así cabalga sobre la Bestia escarlata llena de blasfemia (17, 3).

Por sí misma no puede dominar la tierra. Necesita unirse a la Bestia que ya tenía a su servicio un primer lacayo, la 2ª Bestia o Mal Profeta, que engaña a todos con milagros falsos (perversión ideológica) y falsa comida (perversión económica). Esta mujer es el segundo lacayo de la Bestia: es Ciudad perversa que todo lo destruye, dando a los humanos la droga de su mentira insaciable. ¿Quién domina a quién? Es difícil saberlo, pues todos tienden a engañar y dominarse.

Es evidente que la Ciudad utiliza a la Bestia: monta sobre ella para hacerse prostituta universal. Pero, al mismo tiempo, la Bestia se vale de la Prostituta para dominar a las naciones de la tierra; ella, la Bestia, se servía ya del Mal Profeta, pero necesita más; ella debe ofrecer sobre su grupa la más alta de todas las promesas, una mujer de gloria y muerte, de misterio y destrucción humana.
De nuevo, porque había presentado su figura el día, comienzo de este mes y desde entonces, de forma intermitente, he venido hablando de ella. Recojo algunos temas ya sabidos:

1. Es una “figura real”, que evoca un sistema económico, vinculado a la potencia mundial (que en aquel momento era Roma). Es una economía que sólo se busca a sí misma, matando o esclavizando a los hombres y mujeres reales.

2. El Apocalipsis la evoca con rasgos tomados de la tradición bíblica: es Mujer prostituida (al servicio de una bestias, Madre que mata a sus hijos, patología religiosa…).

3. Esa Mujer Ramera puede “entrar en la Iglesia” y lo ha hecho, a través de una tal “Jezabel” (que es signo de la Iglesia prostituida, al servicio del sistema).
4. En tiempos como los nuestros (2010), esa Gran Ramera puede estar creando depresiones y luchas económicas, que “esclavizan” a gran parte de la población del mundo (incluso a los habitantes de los países más ricos).

5. Pero la Gran Ramera sigue al servicio de sí misma… de manera que incluso Los Cuatro (los cuatro presidentes americanos de ayer) acaban estando al servicio de ella. El eslogan es todo se compra y se vende.

6. Es amiga de las bestias de corbata, una Reina de la Muerte engalanada... Vive matando, y por eso terminará en la muerte, aunque ella no lo sabe, es decir, no quiere saberlo...

7. Entre los grandes artistas de occidente que la han descrito están Goya y Dostoyevski... y antes Durero.
Por todo eso, porque el tema sigue avanzando, quiero precisar algo mejor los rasgos de la Gran Ramera (la máquina no me deja poner la Gran Pu-ta)… para entender mejor lo que nos está pasando, desde una perspectiva social y religiosa. Buen domingo a todos.

Introducción
Jezabel, quizá sin quererlo, había pactado con la Prostituta, mostrando que el problema y crisis del Apocalipsis no está sólo en la lucha de la iglesia contra el imperio exterior de Roma, como algunos han pensado, sino en la lucha intraeclesial, entre partidarios de Jezabel y Juan profeta. La división y enfrentamiento pasa por el mismo centro de la iglesia, donde chocan dos eclesiologías (y dos mariologías), que hunden sus raíces en la tradición profética de Israel: una más intimista y sacral, que pacta con los "dioses" del entorno (Jezabel), otra más profética y social, que mantiene la diferencia mesiánica (Juan).
Desde este fondo podemos evocar la figura de la Prostituta, que (a juicio de Juan) se halla en el fondo de la pretensión de Jezabel. En ella, la gran Ciudad de Roma, vienen a expresarse y se condensan los poderes de las Bestias (que han aparecido ya y luchado: Ap 13-16) y la fuerza del Dragón originario. La Mujer celeste de Ap 12, 1-5 y la Perseguida de Ap 12, 6-17, se oponían al Dragón. Esta Mujer le acepta: recibe el "amor" de la Serpiente, a fin de convertirse de esa forma en Diosa del mundo, montada en caballo imperial, dominando sobre las naciones :
Texto
Se me acercó entonces uno de los siete ángeles ... y me habló diciendo:
[1. Prostituta] _
¿Ven! Te mostraré el juicio de la Prostituta grande, sentada sobre aguas caudalosas,
con la que se prostituyeron los reyes de la tierra y se emborracharon los habitantes de la tierra con el vino de su prostitución.
[2. Sentada sobre Bestia]
Me llevó en espíritu a un desierto y vi una Mujer sentada sobre una Bestia color escarlata, llena de nombres blasfemos, que tenía siete cabezas y diez cuernos.
[3. Diosa falsa]
La Mujer iba vestida de púrpura y escarlata, y estaba adornada de oro, piedras preciosas y perlas. En su mano tenía una copa de oro llena de abominaciones y de la impureza de su prostitución.
[4. Anti-madre]
Escrito en su frente tenía un nombre: _ Misterio! Babilonia, la grande, la Madre de los prostitutos y de todos los abominables de la tierra. Y vi a la Mujer emborrachándose con la sangre de los santos y la sangre de los mártires de Jesús (Ap 17, 1-6)
Una primera interpretación
La maldad de las Bestias (Ap 13) se condensa así en la Prostituta, que recibe de ellas su poder y quiere presentarse como Diosa, siendo en realidad origen de los prostitutos de la tierra, es decir, de todos los que, en un sentido u otro, se venden por influjo social o dinero. Ella es compañera (falsa esposa) de la Bestia Primera a la que monta y expresión femenina de la Segunda (sistema de engaño).
Así culmina y condensa (en su estructura político concreta) el poder destructor de las Bestias, de cuya identidad (que había aparecido ya en el número de finitud: 666; cf. Ap 13, 18) puede hablar ahora el profeta con más claridad, describiendo la historia final del sistema de Roma, con sus cabezas y cuernos. Ellos parecen invencibles, como sistema que se diviniza, pero serán vencidos por el Cordero, que es signo de la vida que se entrega en debilidad y amor en bien de los demás (Ap 17, 7-14; cf. Ap 5). Así, la Prostituta, aliada y delegada de las Bestias, representa la posibilidad y despliegue superior del mal del mundo, que ha venido a reflejarse en Roma: es la perversión que se cierra en sí misma, divinizándose en forma política y social, religiosa y económica .

_ Es Madre invertida, al servicio del Dragón. Así se opone a la Engendradora de Ap 12, 1-5 y de un modo más concreto a la Fugitiva y Perseguida de 12, 6.14. Ella no engendra, mata lo engendrado. Es violencia hecha Ciudad, sistema donde la opresión culmina y se concreta en forma histórica.

_ Es Esposa y amiga infiel. Se ha vendido a la Bestia, en matrimonio de conveniencia violenta, persiguiendo por ello a los fieles. No es novia para el amor, sino mujer para la muerte, pues vive y se eleva oprimiendo a los humanos. Ella representa el afecto invertido, es poder de violencia y contra ella se eleva la Novia del Cordero triunfador, Esposa fiel, amor gratuito y permanente (cf. 17, 14; 18, 7).
Desde ese fondo se entiende el despliegue de sus rasgos, que evocamos tomando como referencia los títulos del margen del pasaje. Ciertamente, ella es imagen, no persona; mejor dicho, es la institución suprema del poder y así parece construir la ciudad definitiva y, sin embargo, destruye a los humanos, como sistema de violencia sobre las personas. En sí misma, ella no es varón ni mujer. Pero, significativamente, desde una antigua tradición israelita, el texto la presenta de manera femenina, como ciudad infiel o anti-esposa, con todo lo que ello ha podido suponer de riesgo (posible antifeminismo) y principio iluminador para la historia posterior. Culminando la maldad de las Bestias simbólicamente masculinas (aunque en griego sean neutras: to Therion), se eleva esta Ciudad en forma femenina de Mujer:

1. Es la gran Prostituta (Pornê: Ap 17, 1-2),
que los lectores identifican con la Ciudad imperial, que ha convertido todo lo que existe en objeto de precio. Un mercado donde nada vale en sí, sino para el negocio: eso es ella. Es el Poder que se ha vuelto prostitución o, a la inversa, la prostitución hecha poder sobre la tierra: así recibe el dominio que le ofrecen las Bestias, así domina a los Reyes de los pueblos, poniéndolos a su servicio; así emborracha a los habitantes del mundo, haciéndoles beber su vino de olvido y muerte (cf. Ap 17, 2). De esa forma engaña, sin destruir directamente de manera militar (como la Bestia 10), sin acudir a propagandas de tipo ideológico (como la Bestia 20), sino utilizando la seducción del dinero (promete riqueza a los reyes) y el placer (emborracha con su vino a los incautos), que empobrece y mata a los pobres de la tierra. Dinero y placer, sexo mercantil y vino: estos son sus signos y poderes.

2. Es Reina sentada (=entronizada) sobre la Bestia escarlata (17, 3).
Al principio del texto la vimos sentada sobre las Aguas caudalosas del mar satánico (17, 1; cf. Ap 13, 1), que son los pueblos, naciones y lenguas: la totalidad de poderes del mundo en los que se asienta y domina la Mujer. Pues bien, aquí se añade, en otra perspectiva, que ella ha subido y cabalga sobre el trono de la Bestia de violencia militar de Ap 13, 1-10: no tiene su sede junto a (en el) Trono de Dios, como el Hijo vencedor (12, 5), sino en la Bestia; sobre sus lomos cabalga, sobre poder de destrucción se sienta. Bestia y Mujer se vinculan de esa forma, pero no en abrazo matrimonial gozoso y gratuito, de enriquecimiento personal, sino en contrato de manipulación: la Bestia utiliza a la Mujer-Ciudad, para conquistar de esa manera el mundo, con apariencia de cultura y orden; la Mujer cabalga sobre la Bestia, vendiendo su amor como Prostituta, para engañar a los pueblos de la tierra.

3. Es Diosa falsa (Ap 17, 4).
El lector podía esperar el triunfo de Roma como un despliegue de jinetes apocalípticos o como expresión de una Diosa de justicia que extiende el orden y paz sobre la tierra (cf. Ap 6, 1-6). Pues bien, Juan responde que la Diosa Roma es una simple y perversa Prostituta, que se vende al poder y dinero y cabalga sobre lomos de la Bestia. Está vestida de honor sacerdotal, como Reina y Señora del mundo, de púrpura y escarlata, con oro y pedrería, sentada en gesto de honor(Ap 18, 7.16), como si pudiera conceder sus favores a todos los habitantes de la tierra.

Pero ella sólo busca placer y riqueza: con todos se vende, a todos utiliza, para elevarse a sí misma. Por eso puede alzarse mucho, pero es simple apariencia destructora, diosa falsa: expresión de la maldad completa, pecado que se encarna en unas instituciones de opresión, en la Ciudad del mundo Por eso, quienes quieran aceptarla (como hace Jezabel) han de saber que lleva en su mano una copa de muerte: ha logrado su poder engañando y matando a los demás. No es diosa, como quieren sus devotos, ni autoridad neutral, como pretende Jezabel, sino poder de muerte: ha creado una religión imperial al servicio de sí misma .
Vestido y adornos, que aquí aparecen como pecado, vendrán a mostrarse después (cf. Ap 21, 2.9-21) como señal de gloria de la esposa, plenitud de la Ciudad escatológica. Ciertamente, el profeta no se opone al vestido y las joyas en sí, sino a la forma de adquirirlas y emplearlas y así aparecen en el texto (15, 4) como signo de engaño y de muerte. Pero ellas aparecen después (cf. 19, 8; 21, 2) como amor culminado: adorno de la Novia del Cordero, que se abre en amor a todos los humanos. Este motivo de las vestiduras preciosas, los mantos bordados, los adornos y coronas de oro y pedrería forma parte del culto posterior de las imágenes marianas de muchos santuarios. En principio, desde Ap 21-22, ellas pueden tener sentido positivo, como expresión de belleza justa y gratuita. Pero los creyentes han de ser muy cuidadosos, no sea que esos signos se vuelvan otra vez señal de prostitución (malos amores y engaños), mientras que gran parte de la población (los pobres del mundo) pasan necesidad.

4. Es Babilonia, Madre de los prostitutos y abominables de la tierra (Ap 17, 5).
Es Babilonia la Grande, la Ciudad y Torre que quiso elevar su poder sobre los cielos, sufriendo así el gran rechazo de Dios (cf. Gen 11, 1-9); es la capital del imperio que en otro tiempo destruyó a Jerusalén y cautivó a sus hijos, los judíos (el 587 a. de C.).

Evidentemente, esa Ciudad es ahora Roma
, que quiere elevarse como Diosa y Madre, siendo simplemente prostituta. Se le puede llamar madre, pero no en cuanto dadora de vida, sino todo lo contrario, en cuanto signo y principio de muerte: así concede su semilla a todos los "prostitutos y abominables" de la tierra, es decir, a los que se imponen por la fuerza a los demás y les engañan. Por eso, el texto dice que ella se ha embriagado con la sangre de los santos: está loca y borracha: vive de matar, bebe la vida de los fieles. Ella representan el riesgo definitivo de lo humano: es el Sistema que se diviniza a sí mismo de manera destructora; la humanidad que niega a Dios y se niega a sí misma, que niega a los hombre y mujeres, que mata a los pobres, , para terminar convirtiéndose en muerte .
Ella, la Gran Ramenera, es un sisema económico como el nuestro, que vive de chupar la sangre de los más pobres, buscándose sólo a sí misma....

es un sistema económico social
son las persoans que viven, vivimos de ese sistema
es un sistema que no quiere que existan alternativas... ella es Todo... El Todo de una economía-vida al servicio de sí misma...
Hemos dicho que Jezabel no había encontrado este mal en la Ciudad, sino que interpretaba a Roma como un poder neutral, expresión de unos valores económicos y sociales que los cristianos podían aceptar: por eso no consideró pecado comer idolocitos y asumir el orden imperial, que Juan Profeta interpretaba como prostitución. Pues bien, esa postura de Juan queda ahora clara: Roma no es una ciudad neutral, que deja en libertad a los creyentes, sino ciudad y sistema de prostitución, que les obliga a vivir a los hombres y mujeres a vivir del engaño, en gesto de violencia y robo: ciertamente, él no analiza el tema en clave socio-política, sino desde una perspectiva religiosa; pero su análisis contiene elementos económico-políticos muy hondos, como seguiremos indicando.
Bibliografía
Cf. Demetria Ruíz, "La gran prostituta (Ap 17, 1-19, 10)": Reseña Bíblica 27 (2000) 41-49. El tema de la Prostituta como Ciudad-Nación que se opone al Dios de amor, rompiendo su fidelidad y matrimonio proviene de la antigua tradición profética de Israel, que vincula ruptura afectiva (prostitución), injusticia y opresión social: cf. H. W. Wolf, Oseas hoy. Las bodas de la remera, Sígueme, Salamanca 1984; J. Mejía, Amor, pecado, alianza. Una lectura del profeta Oseas, UCA, Buenos Aires 1975; H. Simián-Yofre, el desierto de los dioses. Teología e historia en el libro de Oseas, Almendro, Córdoba 1993.
He ofrecido un estudio razonado y extenso del triángulo satánico (Bestias y Prostituta) en El Señor de los Ejércitos. Historia y Teología de la guerra, PPC, Madrid 1997, 117-150. Además de comentarios al Ap, cf. H. Schlier, Der Staat nach dem NT; Mächte und Gewalten nach dem NT; Jesus Christus und die Geschichte nach der Offenbarung des Johannes, en Id., Exegestische Aufsätze und Vorträge, II, Herder, Freiburg 1964; C. Bedriñán, La dimensión socio-política del mensaje teológico del Apocalipsis, Tesi Gregoriana, Roma 1996.
Cf. F. A. Spina, "Babel": ABD I, 561-563. Sobre el sentido de Roma-Babilonia en Ap y el cristianismo primitivo, cf. K. Wengst, Pax Romana and the Peace of Jesus Christ, SCM, Londres 1987; A. Yabro Collins, "Roma como símbolo del mal en el cristianismo primitivo": Concilium 220 (1988) 417-427: Id., The Combat Myth in the Book of Revelation, HDR 9, Missoula MO 1976.


  • Vivimos en un tiempo en que muchos escuchan las trompetas del Apocalipsis y piensan que este sistema se derrumba. Pues bien, el Apocalipsis sabe que de hecho tiene que derrumbarse, pero añade que no lo destruirá Dios desde arriba, sino que el sistema de la Gran Ramnera se destruirá desde dentro, por sus propias contradicciones.
    El Apocalipsis sabe que este sistema económico tiene fecha de caducidad, añadiendo que terminará cayendo por las mismas contradicciones del sistema: los reyes y las bestias acabaran “matando” a la Gran Ramera y se matarán de esa forma a sí mismo. Estamos ante uno de los cuadros más sangrientos y esperanzados de la historia humana: la muerte de este sistema podrá ser y será comienzo de una historia nueva de humanidad y de gracia.
    Así morirá (se matará a sí mismo) el gran sistema de la Ramera.

    Introducciòn
    Como sabemos ya, la Mujer prostituta, Ciudad de las Bestias de Violencia militar y Engaño organizado (Roma) aparece en el Apocalipsis como signo y compendio de todos los males, Sistema de Pecado, Prostitución legalizada. Difícilmente se podría haber hallado un simbolismo más intenso, una crítica más honda de la misma institución imperial, interpretada como estructura de perversidad organizada, en la línea del templo de Jerusalén, que el mismo Jesús definió como cueva (sacral) de bandidos, legalizados sacralmente para robar mejor en nombre de Dios (cf. Mc 11, 17, con cita de Jer 7, 11).
    Roma es para Juan un sistema de asesinos y ladrones, legal y religiosamente organizados, para extender su prostitución sobre la tierra. Ella, la "diosa Roma" se había envanecido: "me he sentado como Reina, no soy viuda; en modo alguno me podrá llegar tristeza". Pues bien, por haber hablado así "caerán sobre ella en una día sus plagas: muerte, tristeza, hambruna, de manera que será consumida por el fuego" (17, 7-8).
    Esta es la afirmación del juicio y muerte de la Prostituta. La Mujer fugitiva y perseguida en el desierto se mantiene en esperanza, de manera que vendrá a convertirse en Novia, para el día eterno de las bodas (Ap 21-22). Por el contrario, la Prostituta triunfadora de la tierra, favorita del Dragón y aliada de las Bestias, se encuentra ya condenada. La mayoría de los filósofos y sabios la cantaban como Diosa eterna (Roma inmortal), pero Juan ha descubierto que es simple Prostituta y que se encuentra condenada a muerte. Detrás de su ropaje y misterio de Dios no es más que una vulgar prostitución, al servicio de la muerte y, por tanto, condenada ella misma a morir. Pues bien, de un modo sorprendente descubrimos que no es necesario que descienda Dios para destruirla, pues lo harán sus mismos falsos amantes. Así ha mostrado Juan su identidad y su caída:
    Texto
    [
    Identidad]
    _ Las siete Cabezas (de la Bestia) son siete montañas donde se asienta la Mujer... _ los diez Cuernos que has visto son diez reyes...,
    que darán su fuerza y poder a la Bestia... (Ap 17, 9-13; cf. 17, 3)
    _ Las aguas que has visto, sobre las que está sentada la Prostituta,
    son pueblos, muchedumbres, razas y lenguas.
    [Caída] _
    Y los diez Cuernos que has visto y la misma Bestia
    despreciarán a la Prostituta, la convertirán en desierto, la desnudarán,
    comerán sus carnes y la convertirán en pasto de las llamas.
    Porque Dios les ha inspirado para que cumplan su Consejo:
    que tengan un único Consejo y entreguen su reino a la Bestia,
    hasta que se cumplan las palabras de Dios.
    [Identidad]
    Y la Mujer que has visto es la Gran Ciudad,
    la que domina sobre los reyes de la tierra (Ap 17, 15-18)
    Primera explicación
    La escena anterior vinculaba a la Prostituta con la Bestia, en simbiosis de egoísmo y sangre, de violencia y mentira que podía parecer eterna. Pues bien, ahora se rompe esa simbiosis: quiebra la unidad anterior de cueva de ladrones (el lenguaje es de Jesús) y el matrimonio de prostitución se vuelve batalla familiar (guerra civil), de forma que sus mismos amantes se elevan con rabia contra la Prostituta (a la que han utilizado) para destruirla. El profeta Juan ha descubierto y contado de esta forma la verdad oculta del sistema perverso que se destruye a sí mismo: no hace falta que vengan poderes exteriores; la misma estructura de prostitución lleva la muerte dentro de sí misma.

    La Prostituta tenía su trono en la Bestia de siete cabezas (colinas de Roma) y ejercía su poder sobre los pueblos de la tierra, reflejados en las aguas de su río (o del mar de pueblos en que su poder se asienta) . Ella era un sistema bien trabado por lazos de intereses y dinero. Pero de pronto se desatan los controles y el "orden" anterior se desordena, sin razones exteriores, como una bomba cuando estalla, como el tiempo cuando acaba. La Ciudad era orgullo del mundo, "perla " de la historia; siglos y siglos habían tardado las bestias y reyes en labrarla. Pues bien, de pronto (sin razones que puedan razonarse), Bestia y reyes del mundo (que habían disfrutado de ella) se elevan y vinculan para destruirla, desvelando así un secreto de Dios, expresando una verdad que se halla escrita en la misma entraña de violencia del sistema :

    1. Dios les ha inspirado este consejo.
    Parecía que Dios se hallaba ciego y sordo, dejando que la tierra se destruya en manos de las Bestias y la Prostituta; pero ahora descubrimos que él mismo ha ido guiando los caminos anteriores, inspirando este "consejo" en las Bestia y los Reyes: que se unan con violencia contra la Ciudad que han construido sobre bases de mentira. Este "consejo" está inscrito en la misma dinámica de la prostitución: en el fondo del amor que ella inspira se halla el odio; la prostitución lleva en sí misma un dinamismo de violencia destructora. Lógicamente, aquellos que la amaban por conveniencia, amando por ella a la muerte, acaban por matarla, realizando así con ella eso lo que en ella han aprendido y ejercido. Este no es un "consejo directo de Dios" (pues Dios es amor), sino el pensamiento y decisión de muerte que brota de la falta de Dios, pues Dios es vida.

    2. Paroxismo del mal.
    La Ciudad tenía su grandeza y parecía capaz de unificar a los humanos para mantener de esa manera el equilibro del mundo. Por eso, ella inspiraba en Juan un sentimiento En cierro sentido, la misma Ciudad parecía un "baluarte" contra la invasión de los poderes perversos, como quizá evoca el signo apocalíptico famoso del katekhon, es decir, de una realidad que impide por ahora el despliegue total de la maldad sobre la tierra (cf. 2Tes 2, 6-7). Ella, la Ciudad, era de algún una barrera, un impedimento de ley y justicia mundana, contra los poderes totalmente irracionales de lo malo, como supone quizá el mismo Pablo (cf. 1Rom 13, 1-3). Pues bien, ahora, en un momento de paroxismo, la Bestia y los Reyes, se elevan contra ella, para matarla, quemarla y comerla, mostrándose así totalmente perversos, de tal forma que el poder viene a quedar ya directamente en manos de la Bestia, esto es, de la pura violencia, sin intermediarios ni sistemas de tipo legal, como el de la Prostituta .

    3. Ritual de destrucción, la destrucción completa.
    La Prostituta Roma era un Sistema, una Ciudad organizada sobre bases de violencia (montada sobre la Bestia), pero tenía al menos su legalidad: ofrecía una cobertura económica y social a los habitantes del imperio, de manera que muchos agradecían su asistencia. Pues bien, al fin de un largo período de prostitución, los mismos poderes del mal que la han utilizado (Bestia y Reyes) se elevan contra ella en gesto de asesinato original y final, siguiendo un rito que parece tomado del "ajusticiamiento" de una adúltera: se la desprecia y desertiza, se la desnuda y quema, para comer después su carne .
    Los asesinatos anteriores parecían tener un sentido: servían para establecer el orden de los triunfadores, en forma de "sistema legal" o ciudad. Este, en cambio, no tiene ya sentido racional alguno: "los reyes de la tierra entregaron su poder a la Bestia", poniéndolo en manos de la pura destrucción.
    Antes, la Ciudad podía servir "contrapeso", como signo de racionalidad humana, en medio de la gran violencia (como supone la elegía: 17, 1-19, 8); Roma era "valiosa": había logrado ofrecer algo bueno a los humanos, una religión de violencia pero organizada, un sistema que había logrado detener (por miedo, engaño y destrucción) a los poderes destructores. Pero ahora, destruida la Ciudad, con su política y religión de orden impositivo, llega el puro caos: la violencia de una Bestia que es pura violencia, el paroxismo de la muerte que se destruye a sí misma, sin racionalidad alguna.

    Aplicación actual
    R. Girard, La violencia de lo sagrado, Anagrama, Barcelona 1995, ha destacado este problema de la opresión violenta que termina volviéndose al fin incapaz de controlar la violencia. Esta opresión había servido en otro tiempo para crear culturas sacrificiales, donde religión y política tenían sometidos a los hombres y mujeres a un sistema ambivalente, como el de Roma, que parecía ayudar a los humanos, mientras les tenía sometidos. Pero en un momento determinado de gran crisis sacrificial los mismos poderes de violencia que han creado la ciudad (el sistema) se elevan en contra de él y lo destruyen, para así mostrarse como violencia pura, volviéndose incapaces de crear estructurales de legalidad y orden humano. Esto es lo que el profeta Juan ha descubierto: esta es la crisis apocalíptica que él cuenta en todo su libro. Se derrumba el sistema, se destruye Roma )qué es lo que queda? Sólo una Bestia y unos reyes de violencia que combaten por combatir, sin más norma que la pura fuerza, sin más meta que la pura muerte.
    Externamente hablando, Juan profeta se equivocó: terminó derrumbándose Roma, pero el sistema sigue; más aún, la misma iglesia de Jesús ha pactado con ese sistema, convirtiéndose en un elemento de la estructura dominante. Pero en el fondo Juan tenía y sigue teniendo razón, pues lo que cuenta aquí no es un hecho aislado, sino una constante de la realidad humana que, ahora, a principios del 2000, resulta más actual que nunca.

    Tenemos un Sistema fuerte: el orden económico-imperial de la antigua Roma se ha extendido de un modo imparable y domina sobre el mundo entero, en forma de neo-capitalismo. Ciertamente es perverso: vive de la sangre de los excluidos; ha convertido todo el mundo en un mercado. A pesar de ello, ese orden imperial tiene un elemento "bueno" pues nos permite vivir. Pero son muchos los que piensan que se acerca el día de la Bestia, es decir, día en que la Fiera y los Reyes desencadenen su poder de destrucción contra el sistema (matando, quemando y comiendo nuevamente a Roma) ¿Cómo podremos vivir entonces? He ofrecido mi interpretación del tema en El Señor de los ejércitos, PPC, Madrid 1997, 197-228, y Sistema, Libertad, Iglesia. Instituciones del Nuevo Testamento, Trotta, Madrid 2001.

    Este es el asesinato del asesinato, la destrucción de la destructora, en tema cuyos ecos resuenen en textos tan dispares como en Susana (Dan 13) y la adúltera (Jn 8); pero Daniel o Jesús, de formas diversas, detienen el asesinato. Aquí, en cambio, al final de la historia, ya nadie puede hacerlo: los poderes de violencia del mundo, Bestia y Reyes, acaban odiando, quemando y comiendo a la Prostituta, para encontrarse al fin con su pura violenciaPasados veinte siglos, esta destrucción ritual de la Ciudad prostituida nos sigue horrorizando y admirando: no ha hecho falta que se eleve contra ella el Jinete de Dios, ni que luchen los ángeles del Cristo, como harán después contra las Bestias (cf. 19, 11-21), pues los mismos poderes del mundo que la han utilizado (se han prostituido con ella) la aniquilan y devoran. Esta es la historia de la Prostituta condenada a muerte: quería ser reina, la vuelven esclava; quería vivir, la matarán por siempre; crecía devorando la sangre de los pobres, la devoran su carne sus mismos "amigos".

    Al llegar aquí, en un sentido exterior, todo ha terminado. La caída de Roma es para Juan caída y fin del sistema, la destrucción del mundo conocido. Después sólo queda la pura lucha, sin orden, estructura ni sistema: las Bestias y Reyes, que no son pura violencia irracional, enfrentados al Cordero. Pero allí donde acaba todo empieza la esperanza: ha caído la Prostituta, puede elevarse ya la Madre y Mujer perseguida, que es signo de creatividad gratuita, de amor gozoso, en plenitud de bodas.

    Notas:
    No analizamos aquí la Fiesta por la Caída de la Ciudad, con las elegías y cantos de los implicados (cf. Ap 18, 1-19, 8), sino que nos fijamos en su identidad y ruina (cf. 17, 7-18). Para una aplicación teológica y pastora, cf. X. Alegre, "El Apocalipsis, memoria subversiva y fuente de esperanza para los pueblos crucificados": Rev. Latinam. Teología 26 (1992) 201-229; 293-323.




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