miércoles, 2 de mayo de 2012

Agustín Villamor: un misionero según el corazón de Dios

 Gracias a la vida estos grandes misioneros como Agustín, América Latina y el Perú son un continente y un país católico. Y fueron grandes misioneros, porque no se anunciaron a sí mismos sino a Cristo y su misterio de salvación, núcleo de toda evangelización, ya que Cristo manifiesta el Plan del Padre y le revela a la persona humana, el modo de llegar a la plenitud de su propia vocación.

Fueron grandes misioneros porque fueron misioneros según el corazón de Jesús, el primer evangelizador, porque supieron representar  al único Buen Pastor, el Señor Jesús, haciendo entrar a sus ovejas por la única puerta de la salvación que es Cristo.

Fueron grandes misioneros porque tenían un amor profundo por los indios que los impulsaba a llevarles el mensaje de la fe de manera sencilla, directa, completa y armoniosa. Y, a partir de Cristo, los educaban a resolver las exigencias de la vida, tanto personal, familiar, como social.

Es decir había una visión de evangelización integral, siguiendo el modelo de la Cruz que está constituida por dos maderos: el vertical que representa la evangelización-salvación, y el horizontal que representa la evangelización-promoción humana. Suprimir alguno de estos maderos o dimensiones de la evangelización, convertiría la Cruz de Cristo en una estaca o en un palo tirado en el camino, y no en la Cruz gloriosa del Señor Jesús. Estos grandes misioneros tuvieron siempre presente la concepción integral de la evangelización, en la que sin menoscabo alguno del anuncio del Evangelio y la educación en la fe, se buscó servir al hombre de manera integral.

Fueron grandes misioneros porque mantuvieron una perspectiva integral en la que evangelización-salvación y la evangelización-promoción humana no están opuestas sino armónicamente unidas. Al ir a las raíces de evangelización de América Latina, podemos descubrir que la identidad de nuestro Continente se va forjando del anuncio de la Palabra y de la promoción humana como realidades que van siempre unidas.

Los misioneros son los hombres  de la caridad: para poder anunciar a todos los hombres que son amados por Dios y que él mismo puede amar, los misioneros como Agustín dan un testimonio de caridad para con todos, gastando la vida por el prójimo. EL misionero es el "hermano universal"; lleva consigo el espíritu de la Iglesia, su apertura y atención a todos los pueblos y a todos los hombres, particularmente a los más pequeños, los marginados y los más pobres. En cuanto tal, supera las fronteras y las divisiones de raza, casta e ideología: es signo del amor de Dios en el mundo, que es amor sin exclusiónes ni preferencias.

 Lo mismo que Cristo, los misioneros aman a la Iglesia: "Cristo amó a la Iglesia y se entregó a si mismo por ella" (Ef 5, 25). Este amor, hasta dar la vida, es para el misionero un punto de referencia. Sólo un amor profundo por la Iglesia puede sostener el celo del misionero; su preocupación cotidiana —como dice san Pablo— es "la solicitud por todas las Iglesias" (2 Cor 11, 28). Para todo misionero y toda comunidad "la fidelidad a Cristo no puede separarse de la fidelidad a la Iglesia".

Los misioneros son los hombres  de las Bienaventuranzas. Jesús instruye a los Doce, antes de mandarlos a evangelizar, indicándoles los caminos de la misión: pobreza, mansedumbre, aceptación de los sufrimientos y persecuciones, deseo de justicia y de paz, caridad; es decir, les indica precisamente las Bienaventuranzas, practicadas en la vida apostólica ( Mt 5, 1-12). Viviendo las Bienaventuranzas los misioneros experimentan y demuestran concretamente que el Reino de Dios ya ha venido y que él lo ha acogido. La característica de toda vida misionera auténtica es la alegría interior que tantas veces comunicaba Agustín a los que le conociamos, Alegría que viene de la fe. En un mundo angustiado y oprimido por tantos problemas, que tiende al pesimismo, los misioneros de la "Buena Nueva" son hombres  que han encontrado en Cristo la verdadera esperanza.



1 comentario:

  1. José Carlos, me encanta lo que dices de Agustin pero recuerda como el millones de misioneros pasan y pasaron las de Cain y Abel entre ellos conocidos nuestros como, padre Manuel Borges, un hombre dulce y marabilloso, padre Francis del cual me siento honrada de ser su amiga, Padre Juanin que es como si fuera mi Hermano que nunca tuve, padre Valentin un moreno con corazón de oro, y muchos más que dieron y dan su vida por los demás y desde esta página les pido que Dios les bendiga por tan buenas obras sin pedir nada a cambio, al contrario se cruzan con gerrillas, les queman la casa se quedan sin nada más que con lo puesto y siguen adelante.Que a todos los que se entregan y entregaron su vida por los demás que Dios los ilumine y compense al final de los dias llevandolos a su reino.

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