lunes, 26 de diciembre de 2011

El poder de la fe


La misión de los 12 líderes






En Números 13, recordamos como Dios le pidió a Moisés que enviara a 12 espías para reconocer la tierra que les estaba por entregar. Estas personas debían ser príncipes de cada tribu, hombres en autoridad. Y así ocurrió, 12 elegidos entraron al deseado territorio para comenzar con las estrategias de conquista.
Sin embargo, al volver de su misión, con sorprendentes frutos en sus manos, trajeron consigo también al temor y la incredulidad. Ellos eran parte del liderazgo de Israel, encargados de llevar la carga del pueblo junto con Moisés, de levantarle los brazos en tiempos de batalla, y eran ellos mismos los que estaban desanimados y totalmente atemorizados.

Y fue así como el pueblo estaba congregado para escuchar el informe cuando el pánico comenzó a desatarse. Diez de estos príncipes dieron su testimonio en extremo negativo y desalentador. Ellos se centraban completamente en sus debilidades, ponían el énfasis en los enemigos y en su cantidad. Hasta que Caleb (v13:30) mostró la verdadera actitud de un hijo de Dios, que, sin dejar de tomar en cuenta la realidad, antepuso la fe y la confianza en el Dios Todopoderoso.

Caleb sabía que Dios les daría la habilidad para vencer en la batalla. La victoria no vendría por su capacidad humana sino por el Espíritu de Dios (Zacarías 4:6). De igual manera, nosotros en este tiempo, debemos anteponer nuestra fe a lo que ven nuestros ojos, confiando siempre en el Señor y esperando sus promesas; pues no somos de los que retroceden sino de los que van hacia la conquista!

Quizás estás en la iglesia y tienes un lugar de liderazgo o quizás no, pero hay gente que está mirando tu actitud. Solo dos de los diez espías tuvieron el espíritu correcto. Aunque todos tendremos que atravesar momentos de crisis, todo depende de la actitud que tomes al respecto. La queja, la amargura y la incredulidad no te llevarán por buen camino, mientras que la fe y la confianza en tu Creador te llevarán a la victoria.

La queja divide y debilita a la iglesia

Estos príncipes, trajeron un informe que alimentó la incredulidad y en lugar de unirse se dividieron y no llegaron a la promesa. Sin embargo Josué y Caleb no se contaminaron con las quejas sino que se guardaron en la fe y llegaron a la victoria.

Caleb había aprendido de Moisés a escuchar la voz de Dios, a creerla y permanecer con la certeza de que a pesar de lo que vieran sus ojos naturales, Dios siempre cumpliría su Palabra. Al Señor le agradó su actitud y le prometió herencia perpetua (Números 14:24 y Josué 14:9).

Caleb tenía un corazón limpio (tal como lo enseñaba Jesús en Mateo 5:8). Aun en el medio del dolor lo primero que tenemos que guardar es el corazón y tomar una actitud de confianza y no desanimarnos. En el caso de él, su promesa tardó 40 años en cumplirse por la incredulidad de los demás ¿Qué culpa tenia él de pasar por el desierto 40 años? Sin embargo siguió cada día de su vida diciendo que lo que Dios le había prometido a él y a sus hijos se iba a cumplir. Y finalmente sus ojos vieron el milagro.

Hebrón es un monte que significa “lugar de unidad”, y si hay algo que el enemigo odia es la unidad de la iglesia porque justamente allí está la fuerza. Si queremos vencer tenemos que avanzar en amor y unidad porque grandes cosas son las que vienen! El arma que nunca tenemos que olvidar es la fe, esa certeza profunda que nada ni nadie puede sacarte. A pesar de lo que pases, estás en el corazón de Dios y nadie podrá separarte de su amor Romanos 8:37-39.


En la unidad está la fuerza

Este es un tiempo para creerle a Dios y también para unir nuestros brazos y levantar a los que hoy están débiles. Tenemos que enfocarnos, esforzar nuestros brazos y avanzar en amor. Dios enderezará los caminos torcidos, las rodillas endebles y dará nuevas fuerzas a los abatidos.

Y si estás desanimado, es el momento ideal para que Cristo se levante (2 Corintios 12:9-10). Dios está en control, Él es soberano; Él conoce nuestras debilidades y fortalezas y cuida de nuestras vidas. Por tanto, lo amamos y lo servimos, no por lo que nos da sino por quién es.

Caleb supo que la promesa se iba a cumplir, y por ello no se desanimó ni se amargó con nadie. El estar cerca de su compañero que ahora era el responsable de llegar a la nueva generación y conquistar, le ayudó a llegar a la meta. Hoy Dios nos pone desafíos y hoy se levantan mujeres y hombres con una pasión renovada para vencer. El que cree recibe. ¡Cree y el Señor podrá hacer contigo cosas mayores (Marcos 9:23)!

En todo tiempo: Heme aquí, envíame a mi. Todos somos llamados, todos escuchamos la misma palabra, pero no todos actuamos en fe. La mano de Dios guarda a aquel que cree. Debemos darle a Dios gloria en todo tiempo, en abundancia y también en la escasez pues ¡todo lo puedes en Cristo que te fortalece! De Él viene la abundancia, la vida y todo lo que necesitamos!

Dile a Dios, tal como Caleb que quieres servirlo, honrarlo con tu vida. Él es el que te sostiene porque quien habita al abrigo del altísimo morará bajo la sombra del omnipotente (Salmo 91)!
En lugar de mirar a tu alrededor y quejarte, aférrate más que nunca de su mano y avanza en fe. No te conformes con lo que has recibido hasta ahora, sino busca más de su presencia porque lo que está por delante es lo mejor!

Eres un redimido de Dios y nada ni nadie te podrán arrebatar de sus manos, haz votos como Caleb, de fidelidad y servicio a Él hasta el último respiro y busca agradarle y creerle de corazón. Refuerza tu fe y sigue adelante! ¡Juntos podremos conquistar Hebron! Vamos a vencer en oración y en unidad. Jesús está como poderoso gigante de nuestro lado! No temas ni desmayes porque la victoria se acerca!


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