miércoles, 16 de noviembre de 2011

Un sacerdote brasileño denuncia el daño que causa Queiruga a los fieles de su país

Algunos pensarán que tengo una especie de fijación con el teólogo Andrés Torres Queiruga, ya que últimamente le he dedicado bastantes posts. Pues sí, tienen razón. Tengo al gallego entre ceja y ceja. Me parece el gran hereje del momento. No voy a parar hasta que quienes están en autoridad en la Iglesia nos aclararen si muchas de sus tesis -en especial las relacionadas con la resurrección- son compatibles con la fe católica o si son absolutamente contrarias a la misma, como pensamos los fieles que acatamos el magisterio en su integridad.










Dice el P. Paulo Ricardo que denunciar que la teología de Queiruga es incompatible con la fe católica es su deber de caridad para con los fieles católicos, para con los seminaristas y padres que leen ese tipo de literatura teológica. Y dice bien. Pero no basta con que lo diga él.
Creo necesario volver a insistir en la necesidad de que la Iglesia ponga coto a la propagación de herejías en su seno. Es una cuestión de supervivencia espiritual para muchos fieles. Quien, como Queiruga, va por ahí diciendo que si aparecieran los restos del cuerpo de Cristo él sería feliz, no puede ser ni sacerdote ni teólogo católico. Pero no basta con que eso lo diga yo o un sacerdote de Brasil. Eso lo tienen que decir los obispos. Lo ideal es que lo dijeran los españoles. Bastaría con que uno diera el paso adelante, sin temor incluso a enfrentarse a quienes miran para otro lado. El bien de los fieles está por encima de diplomacias episcopales. Pero de no ser ellos, que lo haga la Santa Sede.

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